La casa del dolor


Es posible que el dolor sea una casa

de techo altivo y puerta con cerrojo,

donde estás tan a gusto, a veces,

que no escuchas el filo del acero

rasgando los tapices,

suspenso por el aire perfumado:

es heliotropo mezclado con azufre,

busca posarse en los rincones;

la ventana se alza

entre el límite y tú.

Arduo paseo, en el silencio las escuchas,

voces de otros tiempos,

leña para el dolor

siempre hambriento de ti,

exigente como un recién nacido.

Ya lo amas.

La puerta se entreabre y tú la cierras:

No hay nada que temer.

 

 


Amparo Arróspide

La casa del dolor

barcelonareview.com

 

 

 

 


 

 

 

 

 

0 comentarios

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Te puede interesar

eternidad

 

La vida vibrante entrando a borbotones; barriendo toda duda.

seis de corazones

 

Pero si lo piensas
con ese amor que sigue latiendo, cuando
el corazón deja de latir