.

.

El día tiene el don de la alta seda,

pétalos desandados por el pie de la noche,

monedas en corolas, eso dije.

Pero se izó la nube de magnolia hasta llegar al núcleo ahogado,

estambre eléctrico y pistilo triturado de amor,

monedas deshojadas por el terrible cheque templario,

o bien las brujas vírgenes prudentes

y la plomiza nada milenaria.

El día tuvo el don de la alta seda,

amor mío, amor mío, y por eso aún escúchame,

por eso te repito el perdido poema,

amor mío, amor mío, tu voz que amé y que cruza

las pupilas moradas de los puentes.

y tu olor habitado, azul, y todo

lo que ahora abandono y abandonas

no sé con qué propósito,

ni sé de qué manera clandestina,

ahora, mientras yo rompo

la idea de tu rostro

y continúo ignorando

qué invierno,

qué arteria barroca del diciembre aquél,

qué orden despierto es el tuyo

mientras yo vivo sola, y duermo, y te detesto.


Blanca Andreu


De una niña de provincias que se vino a vivir en un Chagall (1981)

Incluido en El sueño oscuro. Poesía reunida 1980-1989

Poesía Hiperión. Colección dirigida por Jesús Munárriz

Primera edición, marzo 1994

 


 

 

 

 

0 comentarios

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Te puede interesar

eternidad

 

La vida vibrante entrando a borbotones; barriendo toda duda.

seis de corazones

 

Pero si lo piensas
con ese amor que sigue latiendo, cuando
el corazón deja de latir