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El albatros
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A menudo, para divertirse, los marineros

Cazan a los albatros, enormes aves de los mares,

Que siguen, indolentes compañeros de viaje,

Al navío que se desliza sobre los abismos amargos.

Apenas los dejan sobre las tablas,

Estos reyes del cielo, torpes y avergonzados,

Dejan sus grandes alas blancas, penosamente,

Arrastrarse a sus costados como remos.

Este viajero alado, ¡qué inútil y qué débil!

Él, antes tan hermoso, ¡qué cómico y qué feo!

Uno tortura su pico con una pipa encendida,

¡Otro imita, cojeando, al inválido que volaba!

El Poeta es semejante al príncipe de las nubes,

Que frecuenta la tempestad y se ríe del arquero;

Exiliado en el suelo en medio de los gritos,

Sus alas de gigante le impiden caminar.

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L’Albatros

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Souvent, pour s’amuser, les hommes d’équipage

Prennent des albatros, vastes oiseaux des mers,

Qui suivent, indolents compagnons de voyage,

Le navire glissant sur les gouffres amers.

À peine les ont-ils déposés sur les planches,

Que ces rois de l’azur, maladroits et honteux,

Laissent piteusement leurs grandes ailes blanches

Comme des avirons traîner à côté d’eux.

Ce voyageur ailé, comme il est gauche et veule!

Lui, naguère si beau, qu’il est comique et laid!

L’un agace son bec avec un brûle-gueule,

L’autre mime, en boitant, l’infirme qui volait!

Le Poète est semblable au prince des nuées

Qui hante la tempête et se rit de l’archer;

Exilé sur le sol au milieu des huées,

Ses ailes de géant l’empêchent de marcher.

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Charles Baudelaire

El albatros

De Les fleurs du mal

En Les Classiques de Poche, 1972

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