sin dolor

Los primeros días

fueron un poco amargos, me refiero

a que la sensación se te ponía en la espalda

y se cumplía el designio.

Era un dolor como ajeno

un exceso de intimidad con ella,

un ir y venir de recuerdos que se tropezaban.

¿Cómo manifestarlo?

Si andabas apresurada, la calle no podía.

Si por el rabillo del ojo

entraban las esquinas adorables

hechas de cemento, claro, también

de vidrios, y qué escaparates.

Una hermosa lata de atún del sur

la sonrisa de la mujer

del dibujo, oh, qué momento,

mi madre poniendo la mesa,

había sacado del cesto cien gramos

de todo el porvenir que le quedaba.

 

 

 

 

 

 

 

 

Concha García

Sin dolor

Si yo fuera otra

Diputación Provincial de Málaga

2005

 

 

 

 

 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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