Uno de sus dioses

.
Cuando uno de ellos cruzaba por la plaza de Seleucia*,

justo en el momento en que caía la tarde,

-caminando como un muchacho, alto y hermoso,

con el goce de un ser inmortal en los ojos,

con el pelo negro y perfumado-,

las gentes le miraban

y se preguntaban si lo conocían,

si era un griego de Siria, o acaso un extranjero.

Pero aquellos que observaban con atención

comprendían, y haciéndose a un lado

mientras él se alejaba bajo los portones,

entre las sombras y las luces de la tarde

hacia el barrio donde vive noches de alcohol y lascivia,

pensaban cuál de Ellos sería

y para qué sospechoso placer

había bajado hasta las calles de Seleucia

desde aquellas Augustas Moradas.

 

 

Constantino Cavafis

Uno de sus dioses, 1917
Kavafis, poemas eróticos
Traducción de Harold Alvarado Tenorio
Arquitrave Editores

 

 


 

* La escena ocurre en una de las varias ciudades helenas llamadas
Seleucia, de las cuales, la más esplendida fue la Seleucia sobre el Tigris,
fundada en el año 312 antes de nuestra era por Seleucio I Nicator como
capital de su imperio.

 


 

 

 

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