Autrefois, j’avais mon malheur.

Les dieux mauvais me l’ont enlevé.

Mais alors ils ont dit : «

En compensation, on va lui donner quelque chose.

Oui!

Oui!

Il faut absolument que nous lui donnions quelque chose. »

Et moi-même, d’abord, je ne vis que ce quelque chose et j’étais presque content.

Cependant ils m’avaient enlevé mon malheur.

Et comme si ça ne suffisait pas, ils me donnèrent un balancier.

Or moi qui avais fait tant de faux pas, je fus content; dans mon innocence, je fus content.

Le balancier était commode, mais sauter devint impossible.

Et comme si ça ne suffisait pas, ils m’enlevèrent mon marteau et mes outils.

Le marteau fut remplacé par un autre plus léger, et celui-ci par un autre encore plus léger, et ainsi de suite successivement, et mes outils disparurent l’un après l’autre, jusqu’aux clous!

Quand je songe à la façon dont ça s’est fait, encore maintenant j’en reste bouche bée.

Ils m’ont enlevé ensuite mes chiffons, mes bouteilles cassées, tous les débris. Alors, comme si ça ne suffisait pas, ils m’ont enlevé mon aigle.

Alors, comme si ça ne suffisait pas, ils m’ont enlevé mon aigle.

Cet aigle avait coutume de se percher sur un vieil arbre mort.

Or ils l’arrachèrent pour planter des arbres vivants et vigoureux.

L’aigle ne revint pas.

Et ils prirent encore mes éclairs.

Ils m’ont arraché mes ongles et mes dents.

Ils m’ont donné un œuf à couver.

 


 

Antes tenía mi desgracia. Los dioses malignos me la quitaron.

Pero entonces dijeron: “En compensación, vamos a darle algo.

¡Sí, sí! Es absolutamente preciso que le demos algo.”

Y al principio, yo no vi más que ese algo y estaba casi contento.

Sin embargo me habían quitado mi desgracia.

Y como si eso no bastara me dieron un balancín.

Y yo, que había dado tantos pasos en falso, me puse contento;

en mi inocencia, me puse contento. El balancín era cómodo,

pero saltar se volvió imposible.

Y como si esto no bastara, me quitaron mi martillo y mis herramientas.

El martillo fue reemplazado por otro más liviano, y éste a su vez por otro más liviano todavía,

y así sucesivamente, y mis herramientas desaparecieron una tras otra,

incluso los clavos. Cuando pienso en la manera en que lo hicieron,

todavía hoy me quedo boquiabierto.

Luego me quitaron mis trapos, mis botellas rotas, todos los residuos.

Entonces, como si eso no bastara, me quitaron mi águila.

El águila tenía la costumbre de posarse sobre un viejo árbol seco.

Y lo arrancaron para plantar árboles verdes y vigorosos. El águila no regresó.

Y se llevaron además mis chispazos.

Me arrancaron las uñas y los dientes.

Me dieron un huevo para empollar.

 

 

 


Henri Michaux

Etapas

De La noche agitada (1935)

En Henri Michaux, Antología poética 1927-1986

Buenos Aires, Adriana Hidalgo Editora, 2005

 

 

 

 

 

 


 

 

 

 

 

 

 

 

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