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muy tarde pero no demasiado tarde
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Fui el último en abandonar la fiesta. Les
di las buenas noches a Stephanie y Jared. Ya estaban
en la cama. De hecho, estaban haciendo el amor,
pero se detuvieron y me agradecieron el haber acudido. Al recorrer
la Kellog Street, con la luna llena iluminando mi
camino, me pregunté quiénes eran realmente esas personas, y
por qué me habrían invitado. Me había sentido como un espía
toda la noche, absorbiendo inútiles cantidades de información.
Es asombroso lo que la gente llega a contarle a un completo
desconocido. Al final de la Kellog giré a la derecha por
la Windsor. Había una mujer bajo el alumbrado.
Parecía asustada. «¿Necesita ayuda?» le pregunté.
Vaciló en responder, pero finalmente dijo, «Me he
perdido». «¿A dónde quiere ir?» le pregunté.
«A Richard Street», dijo, «mi tía vive allí».
«No está lejos», dije, «la acompañaré
hasta allí». Y nos pusimos en camino. Notaba
que estaba aún algo inquieta. Su autobús había
llegado tarde, y esperaba que su tía la hubiera
ido a buscar, y nadie contestó el teléfono cuando
trató de hablar con ella. Cuando llegamos a casa de su tía
no había ni una luz encendida. Esperé mientras llamaba
a la puerta. Llamó más y más fuerte, pero
su tía no contestaba. «Escucha», le dije, «yo vivo
muy cerca. Vayamos a mi casa y llamemos
a la policía. Ellos lo solucionarán».
No le quedaban más opciones aparte de aceptar. Caminamos
en silencio, un silencio fluido, suave y abundante. Y cuando
alargó el brazo y me cogió la mano, sentí como
si mi vida hubiera comenzado.
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very late, but not too late
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I was the last one to leave the party. I
said goodnight to Stephanie and Jared. They were
already in bed. In fact, they were making love,
but they stopped and thanked me for coming. Walking
down Kellog Street, with the full moon lighting my
way, I wondered who those people really were, and
why they had invited me. I had felt like a spy
all evening, absorbing useless bits of information.
It’s amazing what people will tell a complete
stranger. At the end of Kellog I turn right on
Windsor. A woman was standing under the streetlight.
She looked frightened. “Do you need help?” I said.
She was hesitant to speak, but finally said, “I’m
lost.” “Where are you trying to go?» I asked.
“Richards Street,” she said, «my aunt lives there,»
«That’s not far from here,” I said. «I’ll walk
you there,» And so we walked. I could tell she
was still a little apprehensive. Her bus had
gotten in late, and she had expected her aunt to
meet her, and no one answered the phone when she
tried to call her. When we got to her aunt’s house
there were no lights on. I waited while she knocked
on the door. She knocked harder and harder, but
the aunt didn’t answer, «Listen,» I said, «I live
close by. Let’s go over to my place and we can call
the police. They’ll figure this thing out.»
She hadn’t much choice but to agree. We walked
in silence, a smooth, rich flow of it. And when
she reached out and held my hand, I felt as though
my life had begun.
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James Tate
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Muy tarde, pero no demasiado tarde
poetryfoundation.org/poetrymagazine
February 2003
Traducción Andrés Catalán
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