Tierra de nadie

La ciudad se ponía

amarilla y cansada

como un buey triste.

                   Entraba

la niebla lentamente

por los largos pasillos.

Pequeña ciudad sórdida, perdida,

municipal, oscura.

  No sabíamos

a qué carta poner la vida

para no volver siempre

sin nada entre las manos

como buceadores del vacío.

Palabras incompletas o imposibles

signos.

               Adolescentes en el orden

reverencial de las familias.

Y los muertos solemnes.

Lunes,

domingo, lunes.

Ríos

de soledad.

Pasaban largos trenes

sin destino.

Y bajaba la niebla

lamiendo los desmontes

y oscureciendo el frío.

Por los largos pasillos me perdiera

del recinto infantil ahora desnudo,

cercenado, tapiado por la ausencia.

 

 

 


José Ángel Valente

Tierra de nadie

En La memoria y los signos

Huerga y Fierro Editores S.L.

Signos

2004, Madrid


 

 

 

 

 

 

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