el Circo

.

Dos atletas saltan de un lado a otro de mi alma

lanzando gritos y bromeando acerca de la vida:

y no sé sus nombres. Y en mi alma vacía escucho siempre

cómo se balancean los trapecios. Dos

atletas saltan de un lado a otro de mi alma

contentos de que esté tan vacía.

Y oigo

oigo en el espacio sonidos

una y otra vez el chirriar de los trapecios

una y otra vez.

Una mujer sin rostro canta de pie sobre mi alma,

una mujer sin rostro sobre mi alma en el suelo,

mi alma, mi alma: y repito esa palabra

no sé si como un niño llamando a su madre a la luz,

en confusos sonidos y con llantos, o bien simplemente

para hacer ver que no tiene sentido.

Mi alma. Mi alma

es como tierra dura que pisotean sin verla

caballos y carrozas y pies, y seres

que no existen y de cuyos ojos

mana mi sangre hoy, ayer, mañana. Seres

sin cabeza cantarán sobre mi tumba

una canción incomprensible.

Y se repartirán los huesos de mi alma.

Mi alma. Mi

hermano muerto fuma un cigarrillo junto a mí.

 

 

Leopoldo María Panero

El circo
Poesía, 1970-1985
Visor Libros, 1986
Volumen 206 , Colección Visor

 

 


 

 

0 comentarios

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Te puede interesar

radiografía

 

Algo que ahora sé, no tendría que haber ocurrido.

 

 

oficio

 

Algunos de mis amigos se hartan de lo mismo;
y ellos no escriben poemas.

 

balconcillos 19

 

Hay suficiente belleza en estar aquí y no en otra parte.