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No ceso de hablar
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No ceso de hablar de la tenue diferencia entre las mujeres y los árboles,
De la magia de la tierra, de un país cuyo sello no he visto en ningún
pasaporte.
Pregunto: señoras y señores de buena voluntad, ¿la tierra de los hombres es
para todos los hombres
como afirmáis? Entonces ¿dónde está mi choza, dónde estoy yo? La asamblea
me aplaude.
Otros tres minutos, tres minutos de libertad y reconocimiento…la asamblea
acaba de aprobar
nuestro derecho a volver, como todos los pollos, como todos los caballos, a
un sueño de piedra.
Les estrecho la mano, uno por uno, luego les hago una reverencia…y prosigo
este viaje
hacia otro país donde hablo sobre la diferencia entre espejismo y lluvia
y pregunto: señoras y señores de buena voluntad, ¿la tierra de los hombres
es para todos los hombres?
¿No puedes apagar la luna?
¿No puedes apagar la luna para dormir
un poco sobre tus rodillas, para que la palabra se despierte
y alabe a una ola del trigo que crece entre las venas del mármol?
Huyes de mí, gacela temerosa, y danzas en torno a mí,
y no puedo alcanzar al corazón que muerde tus manos y grita: quédate
para que sepa de qué viento sopla sobre mí la nube de las palomas.
¿No puedes apagar la luna para que vea
la seducción de la gacela asiria traspasando a su cazador con la luna?
Te busco, pero no encuentro el camino, ¿Dónde está Sumer en mí? ¿Dónde
Está Damasco?
Recuerdo que te olvidé. Danza, pues, en las cimas de la palabra.
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Mahmud Darwish
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No ceso de hablar
Memoria para el olvido
Editorial oriente y Mediterráneo
2002
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