el placer

Para poder dormirse, intenta recordar

todas las veces que estuvo en París.

Cuando olvida alguna, muere un animal

doméstico, o se seca

una planta en la terraza.

Ahora necesito viento, diría

si dominara el francés o cualquier lengua

moderna, para no pensar, para al menos

mantenerme en pie hasta el próximo

capítulo. Si me contaras otra mentira…

No importaba nada que se hicieran novios

y se ahogaran en el río,

pero me recomendó por escrito

que me concentrara en el libro y dejara

de mirar a la lectora de enfrente,

que se acariciaba el pelo como si se fuera a ahogar.

 

 

 

 

Mariano Peyrou

El placer

La sal

Pre-Textos

Valencia 2005

 

 

 

 

 

 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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