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curación por la fe

Lentamente las mujeres desfilan hasta el hombre

erguido, de gafas sin montura, pelo plateado,

traje oscuro, cuello blanco. Los ayudantes, infatigables,

las convencen de que avancen hasta su voz y sus manos,

hasta esa cálida lluvia de primavera que es su amorosa atención,

los veinte segundos para cada una. Dime, hija mía,

¿cuál es el problema?, pregunta la voz grave, de acento americano.

Y, sin pausa apenas, comienza a rezar,

dirigiendo a Dios hacia ese ojo, esa rodilla.

Bruscamente juntan las cabezas; enseguida, exiliadas

como pensamientos perdidos, quedan en silencio; algunas

se alejan avergonzadas, sin volver a sus vidas

todavía; otras se quedan tiesas, temblando, con un llanto

ronco y escandaloso, como si en su interior aún perviviera

una niña muda e idiota, despertada

por esa muestra de amabilidad, pensando que una voz

por fin les ha hablado, que han aparecido unas manos

que las elevan y aligeran; y tanto júbilo

les traba la lengua, espesa, los ojos supuran dolor, un gentío

sigue agolpándose, dichoso, a la espera de las grandes respuestas.

¡El problema! Con su bigote y su vestido floreado, tiemblan:

ahora el problema es todo. En todas duerme la sensación

de haber vivido según el amor.

Para algunas todo sería distinto

de amar a los demás, pero casi todas piensan

en lo que podrían haber hecho de haber sido amadas.

Eso nada lo cura. Un inmenso dolor que se remansa,

como cuando, al deshelarse, el rígido paisaje llora,

las va recorriendo lentamente: eso, y la voz que sobre ellas

dice Hija mía, y todo lo que el tiempo ha rebatido.

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Faith healing



Slowly the women file to where he stands

Upright in rimless glasses, silver hair,

Dark suit, white collar. Stewards tirelessly

Persuade them onwards to his voice and hands,

Within whose warm spring rain of loving care

Each dwells some twenty seconds. Now, dear child,

What’s wrong, the deep American voice demands,

And, scarcely pausing, goes into a prayer

Directing God about this eye, that knee.

Their heads are clasped abruptly; then, exiled

Like losing thoughts, they go in silence; some

Sheepishly stray, not back into their lives

Just yet; but some stay stiff, twitching and loud

With deep hoarse tears, as if a kind of dumb

And idiot child within them still survives

To re-awake at kindness, thinking a voice

At last calls them alone, that hands have come

To lift and lighten; and such joy arrives

Their thick tongues blort, their eyes squeeze grief, a crowd

Of huge unheard answers jam and rejoice –

What’s wrong! Moustached in flowered frocks they shake:

By now, all’s wrong. In everyone there sleeps

A sense of life lived according to love.

To some it means the difference they could make

By loving others, but across most it sweeps

As all they might have done had they been loved.

That nothing cures. An immense slackening ache,

As when, thawing, the rigid landscape weeps,

Spreads slowly through them – that, and the voice above

Saying Dear child, and all time has disproved.

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Philip Larkin

Curación por la fe

Poesía Reunida

Las bodas de pentecostés

The Complete Poems, Archie Burnett, ed.

Nueva York, Farrar, Strauss and Giroux, 2012

Versiones de Damián Alou y Marcelo Cohen

Lumen

 

 


 

 

 

 

 

 

2 Comentarios

  1. angel

    Vaya poemazos que está colgando,

    Mudo me quedao…

    gracias por compartirlos

    Ángel

    Responder
  2. caballo

    Larkin son palabras mayores… por eso lo cuidamos 😎

    Gracias

    Narciso

    Responder

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