larkin

 

 

 

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sin parar

Pensé que duraría tanto como yo:

la certeza de que, más allá de la ciudad,

siempre habría granjas, campos,

árboles imperecederos a los cuales

pudieran treparse los zafios del lugar;

falsas alarmas en los diarios, lo sabía,

prevendrían sobre calles viejas

y terrenos fraccionados, pero algo,

hasta ahora, siempre ha subsistido;

y cuando al avanzar los sombríos monoblocs

la parte buena retrocede,

siempre es posible huir en coche.

Las cosas son más duras que nosotros

y, por grande que sea el estropicio,

la tierra no dejará de responder;

tiremos, si hace falta, la basura al mar:

a lo lejos la marea sigue limpia.

–Pero ¿qué siento ahora? ¿Dudas?

¿O son los años, simplemente?

En el café Mi la clientela

es joven; sus chicos, a los gritos,

piden más: más casas, más cocheras,

más campings, más dinero.

En el Suplemento de Negocios, una oferta

de compra que arroja beneficios

del cinco por ciento (y del diez

en el estuario) es aprobada

por un coro de sonrisas anteojudas:

traslade su trabajo a un valle intacto

(¡Se otorga zona gris!). Y cuando

el próximo verano uno intente acercarse

al mar…

Parece, de repente,

que todo está ocurriendo muy deprisa;

aunque haya tanta tierra libre aún,

por primera vez quizá vislumbro

que no es mucho lo que va a durar,

que en menos de lo que lleva olerlo

el caldo todo se hallará entre muros,

salvo las áreas para los turistas…

La chabola europea de más categoría:

un papel no difícil de obtener

entre un reparto de putas y ladrones.

Y así Inglaterra desaparecerá:

campiñas, sombras, prados,

coros labrados, consistorios.

Existirán los libros, visitaremos

galerías; pero, a nosotros, nada

nos quedará salvo llantas y concreto.

Casi todo se hace sin querer.

Esto también, probablemente: pero

la capa de codicia y de basura es demasiado

gruesa para barrerla ahora o inventar

los argumentos que la hagan necesaria.

Ya estamos cerca, creo. Ocurrirá.

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going, going

I thought it would last my time–

The sense that, beyond the town,

There would always be fields and farms,

Where the village louts could climb

Such trees as were not cut down;

I knew there’d be false alarms

In the papers about old streets

And split-level shopping, but some

Have always been left so far;

And when the old part retreats

As the bleak high-risers come

We can always escape in the car.

Things are tougher than we are, just

As earth will always respond

However we mess it about;

Chuck filth in the sea, if you must:

The tides will be clean beyond.

–But what do I feel now? Doubt?

Or age, simply? The crowd

Is young in the Mi café;

Their kids are screaming for more–

More houses, more parking allowed,

More caravan sites, more pay.

On the Business Page, a score

Of spectacled grins approve

Some takeover bid that entails

Five per cent profit (and ten

Per cent more in the estuaries): move

Your works to the unspoilt dales

(Grey area grants)! And when

You try to get near the sea

In summer…

It seems, just now,

To be happening so very fast;

Despite all the land left free

For the first time I feel somehow

That it isn’t going to last,

That before I snuff it, the whole

Boiling will be bricked in

Except for the tourist parts–

First slum of Europe: a role

It won’t be so hard to win,

With a cast of crooks and tarts.

And that will be England gone,

The shadows, the meadows, the lanes,

The guildhalls, the carved choirs.

There’ll be books; it will linger on

In galleries; but all that remains

For us will be concrete and tyres.

Most things are never meant.

This won’t be, most likely: but greeds

Ad garbage are too thick-strewn

To be swept up now, or invent

Excuses that make them all needs.

I just think it will happen, soon.

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Philip Larkin

Sin parar

Poesía Reunida

Ventanas altas

The Complete Poems, Archie Burnett, ed.

Nueva York, Farrar, Strauss and Giroux, 2012

Versiones de Damián Alou y Marcelo Cohen

Lumen

 

 

 

 

 

 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

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