I–19
A veces mis manos me despiertan.
Ellas hacen o deshacen algo sin mi,
mientras yo duermo,
algo terriblemente humano,
concreto como la espalda o el bolsillo de un hombre.
Las oigo desde el sueño
en su labor afuera,
pero al abrir los ojos ya están quietas.
Sin embargo,
he pensado que tal vez yo sea hombre
por eso que ellas hacen
con su gesto y no el mío,
con su Dios y no el mío,
con su muerte, si también ellas mueren.
Yo no sé hacer un hombre.
Tal vez lo hagan mis manos mientras duermo
y cuando esté acabado
me despierten del todo
y me lo muestren.
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