Francis Bacon
Portrait of a Man Walking Down Steps
1972
Oil on canvas,
198 x 147.5 cm
Cabe suponer que arriba, antes de bajar las escaleras, era un tipo natural: pero —por cualquier motivo que no
conocemos— ha rectificado y ahora, tal como lo vemos, está en claro desacuerdo entre él y él mismo.
A veces la vida nos pone en situaciones extrañas o difíciles o absurdas o innecesarias: en tales casos puede ser
preferible elegir la mentira que ponerse a bajar una escalera. De entrada, al verlo, he pensado que tenía muchas,
muchas ganas de hacer pis, que ya no aguantaba más, y aún me lo sigue pareciendo, aunque el título del cuadro
no hable de ello.
La casuística en casos como este es muy amplia: hay personas que se equivocan por temor a equivocarse; otros,
por no estar nunca satisfechos con lo que hacen: ya sabemos que el hombre vive en riesgo permanente de
deshumanizarse y que, sin duda, la inteligencia aumenta la irrealidad.
A este caballero no le queda atención ni aire mental para mirar al camino de bajada, porque todas sus funciones
están dedicadas a su angustia, a la desolación de haberse hecho la picha un lío al bajar la escalera. Tal vez por la
misma ansiedad que lo invade y que —sin lograrlo— él intenta disimular, entre el número de zapatos y el de las
sombras de sus pies, podemos contar la media docena: esto es, está en pleno baile de sube y baja en medio de
la escalera.
Desde el sentido común cabría decirle que nunca hay tiempo para hacer las cosas bien, pero siempre hay tiempo
para hacerlas dos veces. Sin embargo, podríamos también preguntarnos, a su favor: ¿sigue existiendo lo correcto y
lo incorrecto en el modo de bajar una escalera? ¿o es, en cambio, un asunto a discutir, incluso negociable? Se puede
dejar a la interpretación.
Tal vez podemos incluir a este señor en esa amplia mayoría de seres humanos que no sabe nunca lo que le ocurre
en realidad. Posiblemente ha tenido que elegir entre hacer lo fácil y lo que está bien: pronto todos tendremos ese
mismo dilema.
0 comentarios