raymond carver

 

un sendero nuevo a la cascada

 

 

 

 

los dedos de los pies

 

 

Este pie no me da más

que problemas. El empeine,

el arco, el tobillo —digo

que me duele al andar—. Pero

principalmente son estos dedos

lo que me preocupa. Esos

«dedos terminales» como

de otro modo se llaman. ¡Qué verdad!

Para ellos no hay más placer

que ir directos

a un baño caliente, o

a un calcetín de cachemira. Calcetines de cachemira,

sin calcetines, pantuflas, zapatos, tiritas

—todo es uno y lo mismo

para estos dedos entumecidos.

Incluso parecen zumbados

y deprimidos, como si

alguien les hubiera atiborrado

de Torazine. Ahí están hinchados,

aturdidos y mudos —aburridos, sin vida.

¿Qué coño va a pasar?

¿Qué clase de dedos son éstos

a los que ya no les importa nada?

¿Son de verdad mis

dedos? ¿Han olvidado

los viejos tiempos, cómo era cuando

estaban vivos? Siempre en fila,

primeros en la pista de baile

cuando empezaba la música.

Los primeros en echar a correr.

Míralos. No, no quiero.

No quieres verlos,

son unas babosas. Sólo con dolor

y dificultad pueden recordar

otros tiempos, los buenos tiempos.

“Quizá lo que de verdad quieren

es cortar toda relación

con los viejos tiempos, empezar de nuevo,

vivir en la clandestinidad, vivir solos

en una mansión retirada

del valle de Yakima.

Pero hubo un tiempo

en que se estiraban

de gusto

simplemente

se encogían por placer

a la menor provocación,

la cosa más pequeña.

La sensación de un vestido de seda

en los dedos de las manos, digamos.

Una voz apropiada, un toque

en la nuca, incluso

una mirada al pasar. ¡Cualquiera de esas cosas!

El sonido de garras que

se abren, corsés que

se sueltan, ropa que cae

en el frío suelo de madera.

 

 

 

The Toes

 

 

This foot’s giving me nothing

but trouble. The ball,

the arch, the ankle—I’m saying

it hurts to walk. But

mainly it’s these toes

I worry about. Those

«terminal digits» as they’re

otherwise called. How true!

For them no more delight

in going headfirst

into a hot bath, or

a cashmere sock. Cashmere socks,

no socks, slippers, shoes, Ace

bandage—it’s all one and the same

to these dumb toes.

They even looked zonked out

and depressed, as if

somebody’d pumped them full

of Thorazine. They hunch there

stunned and mute—drab, lifeless

things_ What in hell is going on?

What kind of toes arc thcsc

that nothing matters any longer?

Are these really my

toes? Have they forgotten

the old days, what it was like

being alive then? Always first

on line, first onto the dance floor

Maybe what they really want

is to sever all connection

with the old life, start over,

go underground, live alone

in a retirement manor

somewhere in the Yakima Valley.

But there was a time

they used to strain

with anticipation

simply

curl with pleasure

at the least provocation,

the smallest thing.

The feel of a silk dress

against the fingers, say.

A becoming voice, a touch

behind the neck, even

a passing glance. Any of it!

when the music started.

First to kick up their heels.

Look at them. No, don’t.

Yo u don’t want to see them,

those slugs. It’s only with pain

and difficulty they can recall

the other times, the good times.

The sound of hooks being

unfastened, stays coming

undone, garments letting go

onto a cool, hardwood floor.

 

 

 

 

 

 

 

Raymond Carver

Un sendero nuevo a la cascada

Último poemas

A New Path to the Waterfall

Raymond Carver, 1989

Traducción de Mariano Antolín Rato

 

 

 

 

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