ironía y desencanto
autoría
julieta valero
XXII PREMIo DE PoESíA «CáCERES PATRIMoNIo DE LA HuMANIDAD»
DVD EDICIoNES. BARCELoNA, 2010
77 PágINAS, 9 EuRoS
luis garcía jambrina
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Este es el tercer libro de poemas de Julieta Valero (Madrid, 1971), que antes había publicado Altar de los días parados (2003) y Los heridos graves (2005, IV Premio de Poesía Joven de RNE-R3). Autoría, galardonado con el XXII Premio de Poesía «Cáceres Patrimonio de la Humanidad», es un poema unitario escrito en versículos, algunos de ellos tan largos que están próximos al poema en prosa, marcados siempre por una suerte de música sincopada que los dota de una gran singularidad. Su tono, hasta cierto punto irracional, viene dado por aquello que, de forma gráfica, nos quiere mostrar, que el sujeto no existe fuera del lenguaje, que la identidad es una ficción, que el autor es también un efecto del texto. Pero lo más interesante es la sutil ironía y la ligera sorna que recorren todo el libro, ya desde el propio título, claramente autoirónico.
El sentido del libro queda patente en la cita con la que se abre («La creencia final es creer en una ficción, la cual sabemos que es una ficción, y que no hay nada más. La verdad exquisita es saber que es una ficción y que creemos en ella de manera voluntaria»; Wallace Stevens) y en aquella con la que irónicamente se cierra, justo antes de que toda ilusión se disuelva en el aire («El proceso ha tenido una función de envoltura durante su transcurso; concluido, todo vuelve a saltar en pedazos. El diagrama, el hilo continuo de la voz le ha proporcionado el único espacio de existencia posible al sujeto»; Miguel Casado). Por lo demás, podría decirse que vivir es descubrir que todo es un engaño («La historia del joven príncipe que sale de palacio / y descubre de pronto la enfermedad y la muerte, / la estafa. Todo ha sucedido tan rápido…»).
De ahí que el libro esté teñido de un amargo desencanto y un profundo escepticismo. No obstante, uno tiene la impresión de que, por debajo de la lucidez y el descreimiento, está todavía el niño que hace preguntas, la permanencia de la mirada de la infancia, esa que sabe que el fondo está en la superficie. Esto explica que el yo lírico no derive hacia la desesperación o el cinismo. Libro complejo y exigente, que, por ejemplo, practica la mezcla de discursos, el contrapunto o la yuxtaposición irónica, como expresión del desconcierto y la perplejidad. Con él ha alcanzado Julieta Valero la madurez de su voz poética sin perder un ápice de su frescura inicial.
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