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III : II : 17
TERCERA
POESÍA VERTICAL
1965
LO UNO Y LO OTRO
II
POEMAS DE UNIDAD
17 detrás del agua hay una estatua
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Detrás del agua hay una estatua.
El agua la cultiva como si fuera un vegetal.
Una estatua desatada.
El agua ha conseguido
una estatua que cambia de gesto,
una estatua que duda,
una estatua que es la verdadera
desembocadura del agua.
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Aunque escribe que acaba de leer la segunda poesía vertical,
esta carta de Cortázar está incluida exactamente en este punto
de los 2 volúmenes de Juarroz, esto es, después del rótulo
de tercera poesía vertical y antes de anunciar Lo uno y lo otro.
Respetando al poeta, transcribimos la carta donde él la ubicó.
Sus motivos tendría.
Amigo Juarroz:
Perdóneme que haya tardado tanto en contestarle, pero no hace mucho que volví a París, después de unos meses de trabajo en
Viena.
Hace tiempo que quería decirle que la revista me es muy preciosa en la medida en que puede hacerme oír desde tan lejos las voces
nuevas y jóvenes de la Argentina.
Pero ahora le escribo por otra razón más imperiosa: acabo de terminar la lectura de «Segunda Poesía vertical», y estoy todavía
maravillado, sin dar ese paso atrás que inevitablemente damos después que un poeta nos ha hecho avanzar un poco más hacia la
gran verdad de su mundo, del mundo.
Sus poemas me parecen de lo más alto y lo más hondo (lo uno por lo otro, claro) que se ha escrito en español en estos años. Todo
el tiempo he tenido la sensación de que usted logra asomarse a lo que busca con esa visión totalmente libre de impurezas (verbales,
dialécticas, históricas) que en el alba de nuestro mundo tuvieron los poetas presocráticos, esos que los profesores llaman filósofos:
Parménides, Tales, Anaxágoras, Heráclito.
A usted (y a ellos) le basta mirar en tomo para que toda visión prosaica caiga en pedazos ante ese apoderamiento total del ser
por la poesía.
He leído en alta voz los poemas que más entiendo (otros se me escapan o me reclaman una interpretación, que es quizá un
auto-consuelo por no poder intuirlos de una sola vez), y en cada caso se ha repetido esa sensación prodigiosa de extrañamiento,
de rapto, de acceso.
Siempre he amado una poesía que procede por inversión de signos; el uso de la ausencia en Mallarmé, algunas «anti-esencias»
de Macedonio, los silencios en la música de Weber: Pero usted potencia hasta lo increíble esas inversiones que en otras manos
suelen acabar en juegos de palabras.
Y entonces, esa mirada que ve y la mirada que no ve, una vez retorcidas en un mismo hilo, son algo prodigiosamente fecundo,
una invención de ser. Hacía mucho que no leía poemas que me extenuaran y me exaltaran como los suyos, y se lo digo así al galope
y sin releer; porque al final uno se pone tonto y le dan miedo tantas palabras sonoras. Pero siento que usted me creerá, y que
ya somos amigos, y un abrazo.
JULIO CORTÁZAR
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