grandes momentos deportivos: el triple
¡Los ricos! Los amo. Confío en que crean
que el don del tenis está profundo en sus huesos.
Aquellos muchachos de la costa con todo su equipo propio
desde los ojos eléctricos hasta la silla del árbitro,
como aquel cuyo culo batí con cinco golpes selectos
perfeccionados en las trilladas pistas de West Yorkshire:
un gran primer servicio que torció su marco de aleación,
una devolución directa que volvió como un tren,
un globo que lo dejó embobado como un pez,
un pase de revés que golpeó y levantó una voluta
de tiza, un remate como una bala de goma
y un moretón para ir con él. Tres sets consecutivos.
Picado, en los vestuarios ofreció
doble o nada; él era un golfista nato y al recorrer
los campos de golf, tenía que limpiar el suelo conmigo.
Jugué al ignorante al colocar la pelota en el soporte:
el plebeyo del chiste que le preguntó al vizconde
qué eran aquellas cosas como hueveras-
-‘Son para descansar mis pelotas cuando voy conduciendo’.
‘Caray, jefe, Rolls-Royce piensa en todo’ –
pero en el quinto, cuando yo no había titubeado,
perdió sus ganas de broma y tiró el guantelete;
tendríamos que resolver esto como hombres: con los guantes.
Dije no, no, no, no, no, no, no. OK, vamos entonces.
great sporting moments: the treble
The rich! I love them. Trust them to suppose
the gift of tennis is deep in their bones.
Those chaps from the coast with all their own gear
from electric eyes to the umpire’s chair,
like him whose arse I whipped with five choice strokes
perfected on West Yorkshire’s threadbare courts:
a big first serve that strained his alloy frame,
a straight return that went back like a train,
a lob that left him gawping like a fish,
a backhand pass that kicked and drew a wisp
of chalk, a smash like a rubber bullet
and a bruise to go with it. Three straight sets.
Smarting in the locker rooms he offered
double or quits; he was a born golfer
and round the links he’d wipe the floor with me.
I played the ignoramus to a tee:
the pleb in the gag who asked the viscount
what those eggcup-like things were all about –
‘They’re to rest my balls on when I’m driving.’
‘Blimey, guv, Rolls-Royce think of everything’ –
but at the fifth when I hadn’t faltered
he lost his rag and threw down the gauntlet;
we’d settle this like men: with the gloves on.
I said no, no, no, no, no, no, no. OK, come on then.
simon armitage
de Kid -1992
en Paper aeroplane: selected poems 1989-2014
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