163

Los clasificadores de cosas, que son aquellos hombres de ciencia cuya ciencia

consiste sólo en clasificar, ignoran, en general, que lo clasificable es infinito y por lo

tanto no se puede clasificar. Pero en lo que consiste mi pasmo es en que ignoren la

existencia de clasificables desconocidos, cosas del alma y de la conciencia que se

encuentran en los intersticios del conocimiento.

Tal vez porque yo piense demasiado o sueñe demasiado, lo cierto es que no

distingo entre la realidad que existe y el sueño, que es la realidad que no existe. Y

así intercalo en mis meditaciones del cielo y de la tierra cosas que no brillan de sol

ni se pisan con pies —maravillas fluidas de la imaginación.

Me doro con ponientes supuestos, pero lo supuesto está vivo en la suposición.

Me alegro con brisas imaginarias, pero lo imaginario vive cuando se imagina. Tengo

un alma para hipótesis varias, pero esas hipótesis tienen alma propia, y me dan por

lo tanto la que tienen.

No hay problema sino el de la realidad, y ése es insoluble y vivo. ¿Qué sé yo

de la diferencia entre un árbol y un sueño? Puedo tocar el árbol; sé que tengo el

sueño. ¿Qué es esto, en su verdad?

¿Qué es esto? Soy yo quien, solo en la oficina desierta, puedo vivir

imaginando sin desventaja de la inteligencia. No sufro interrupción de pensar por

parte de los pupitres abandonados y de la sección de remesas sólo con papel y

rollos de cuerda. Estoy, no en mi banco alto, sino recostado, por un ascenso sin

realizar, en la silla de brazos redondos de Moreira. Tal vez sea la influencia del

lugar la que me unge de distraído. Los días de mucho calor dan sueño; me duermo

sin dormir por falta de energía. Y por eso pienso así.


…………………………………………………….25- 7-1932

Os classificadores de coisas, que são aqueles homens de

ciência cuja ciência é só classificar, ignoram, em geral, que o

classificável é infinito e portanto se não pode classificar. Mas

o em que vai meu pasmo é que ignorem a existência de classificáveis

incógnitos, coisas da alma e da consciência que estão

nos interstícios do conhecimento.

Talvez porque eu pense demais ou sonhe demais, o

certo é que não distingo entre a realidade que existe e o sonho,

que é a realidade que não existe. E assim intercalo nas

minhas meditações do céu e da terra coisas que não brilham

de sol ou se pisam com pés — maravilhas fluidas da imaginação.

Douro-me de poentes supostos, mas o suposto é vivo na

suposição. Alegro-me de brisas imaginárias, mas o imaginário

vive quando se imagina. Tenho alma por hipóteses várias,

mas essas hipóteses têm alma própria, e me dão portanto

a que têm.

Não há problema senão o da realidade, e esse é insolúvel

e vivo. Que sei eu da diferença entre uma árvore e um sonho?

Posso tocar na árvore; sei que tenho o sonho. Que é

isto, na sua verdade?

Que é isto? Sou eu que, sozinho no escritório deserto,

posso viver imaginando sem desvantagem da inteligência.

Não sofro interrupção de pensar das carteiras abandonadas e

da seção de remessas só com papel e cordéis em rolos. Estou,

não no meu banco alto, mas recostado, por uma promoção

por fazer, na cadeira de braços redondos do Moreira. Talvez

seja a influência do lugar que me unge de distraído. Os dias

de grande calor fazem sono; durmo sem dormir por falta de

energia. E por isso penso assim.

 

 

Fernando Pessoa

Del español: 

Libro del desasosiego 163

Título original: Livro do Desassossego

© por la introducción y la traducción: Ángel Crespo, 1984

© Editorial Seix Barrai, S. A., 1984 y 1997

Segunda edición

Del portugués:

Livro do Desassossego composto por Bernardo Soares

© Selección e introducción: Leyla Perrone-Moises

© Editora Brasiliense

2ª edición

 

 

 

 


 

 

 

 

 

 

 

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