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Entré en la barbería de la manera acostumbrada, con el placer de serme fácil
entrar sin embarazo en las casas conocidas. Mi sensibilidad de lo nuevo es
angustiosa: tengo calma sólo donde ya he estado.
Cuando me senté en la butaca, pregunté, por un acaso que recuerda, al
muchacho barbero que me estaba poniendo al cuello un paño frío y limpio, qué tal
le iba al compañero de la butaca de la derecha, más viejo y con ingenio, que estaba
enfermo. Le pregunté sin que me apremiase la necesidad de preguntar: se me
ocurrió la oportunidad por el local y el recuerdo. «Se murió ayer», respondió sin
entonación la voz que estaba detrás del paño y de mí, y cuyos dedos se levantaban
de la última inserción en la nuca, entre mí y el cuello de la camisa. Toda mi buena
disposición irracional se murió de repente, como el barbero eternamente ausente
de la butaca de al lado. Hizo frío en todo cuanto pienso. No dije nada.
¡Añoranzas! Las tengo hasta de lo que no ha sido nunca mío, debido a una
angustia de fuga del tiempo y una enfermedad del misterio de la vida. Caras que
veía habitualmente en mis calles habituales, si dejo de verlas, me entristezco; y no
han sido nada mío, a no ser el símbolo de toda la vida.
¿El viejo sin interés de las polainas sucias, que se cruzaba frecuentemente
conmigo a las nueve y media de la mañana? ¿El vendedor de lotería cojo que me
molestaba inútilmente? ¿El vejete redondo y colorado del puro a la puerta de la
tabaquería? ¿El dueño pálido de la tabaquería? ¿Qué se ha hecho de todos ellos,
que, porque los vi y volví a verlos, fueron parte de mi vida? Mañana también
desapareceré yo de la Calle de la Plata, de la Calle de los Doradores, de la Calle de
los Lenceros. Mañana, también yo —el alma que siente y piensa, el universo que
soy para mí— sí, mañana yo también seré el que dejó de pasar por estas calles, el
que otros vagamente evocarán con un «¿qué será de él?» Y todo cuanto hago, todo
cuanto siento, todo cuanto vivo, no será más que un transeúnte menos en la
cotidianeidad de las calles de una ciudad cualquiera.
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¿1934?
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Entrei no barbeiro no modo do costume, com o prazer
de me ser fácil entrar sem constrangimento nas casas conhecidas.
A minha sensibilidade do novo é angustiante: tenho
calma só onde já tenho estado.
Quando me sentei na cadeira, perguntei, por um acaso
que lembra, ao rapaz barbeiro que me ia colocando no pescoço
um linho frio e limpo, como ia o colega da cadeira da
direita, mais velho e com espírito, que estava doente. Perguntei-
lhe sem que me pesasse a necessidade de perguntar:
ocorreu-me a oportunidade pelo local e a lembrança. «Morreu
ontem», respondeu sem tom a voz que estava por trás da
toalha e de mim, e cujos dedos se erguiam da última inserção
na nuca, entre mim e o colarinho. Toda a minha boa disposição
irracional morreu de repente, como o barbeiro eternamente
ausente da cadeira ao lado. Fez frio em tudo quanto
penso. Não disse nada.
Saudades! Tenho-as até do que me não foi nada, por
uma angústia de fuga do tempo e uma doença do mistério da
vida. Caras que via habitualmente nas minhas ruas habituais
— se deixo de vê-las entristeço; e não me foram nada, a não
ser o símbolo de toda a vida.
O velho sem interesse das polainas sujas, que cruzava
freqüentemente comigo às nove e meia da manhã? O cauteleiro
coxo que me maçava inutilmente? O velhote redondo e
corado do charuto à porta da tabacaria? O dono pálido da
tabacaria? O que é feito de todos eles, que, porque os vi e os
tornei a ver, foram parte da minha vida? Amanhã também
eu me sumirei da Rua da Prata, da Rua dos Douradores, da
Rua dos Fanqueiros. Amanhã também eu — a alma que
sente e pensa, o universo que sou para mim — sim, amanhã
eu também serei o que deixou de passar nestas ruas, o que
outros vagamente evocarão com um «o que será dele?». E
tudo quanto faço, tudo quanto sinto, tudo quanto vivo, não
será mais que um transeunte a menos na quotidianidade de
ruas de uma cidade qualquer.
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Fernando Pessoa
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Del español:
Libro del desasosiego 46
Título original: Livro do Desassossego
© por la introducción y la traducción: Ángel Crespo, 1984
© Editorial Seix Barrai, S. A., 1984 y 1997
Segunda edición
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Del portugués:
Livro do Desassossego composto por Bernardo Soares
© Selección e introducción: Leyla Perrone-Moises
© Editora Brasiliense
2ª edición
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