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septiembre
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la música de la lluvia en los oídos
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Cuatro hermanos de mi padre
y una hermana de noventa años, la Nazarena,
vivían en América y a veces mandaban postales
como si fueran marineros que metían
mensajes en las botellas y las tiraban al mar.
He encontrado unas palabras de la Nazarena
dirigidas a mi padre: “Eduardo,
hemos tocado fondo y ahora nos toca
hacer cuentas con la vida. Aquí en Brasil
me acuerdo a menudo de aquella vez
que fuimos a vender pescado
a la feria de Verucchio un viernes de 1913
y la riada se llevó el puente delante
de nuestros ojos y nos quedamos un día
entero sentados en la hierba,
mirando el agua, sin poder cruzar.
En las cajas se echó todo a perder
y todavía siento aquella peste de pescado que
ahora me parece que es el olor de mi vida.”
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“La Tartamuda” era una muchacha
que caminaba en chanclas
y se vestía con cuatro trapos
que se le pegaban a las tetas
duras como piedras. Su tartamudez
era tan grande que te venían ganas
de ayudarla y ponías palabras
en medio de las suyas
hasta que quedaba claro lo que quería decir
y entonces de la alegría
se echaba a reír, temblaba con un gozo
que parecía nacerle de dentro de la carne.
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De los montes un polvo de agua fina
como la seda
apaga las últimas brasas del verano
y yo me pongo mi chaqueta de pana.
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A pesar de que llovían
en la ventana rayas de agua larga
y espesa, se veía en los montes
la luna clara.
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Fueron aquellos días
en que nos dábamos la mano
y las promesas quedaban escritas en las piedras.
Hoy ya todo da igual:
te abraza alguien
y es sólo un montón de trapos.
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A veces viene a tocarte un olor
que no entendías desde hace años
y ves cruzar el cuarto
a la niña con su cubo de agua.
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El mar tiene los peces en sus manos.
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tonino guerra
septiembre
Llueve sobre el diluvio (1997)
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