wallace stevens

notas para una ficción suprema

 

 

notes toward a supreme fiction
wallace stevens, 1942
traducción: javier marías

 

 

 

nota del traductor, Javier Marías

 

En su poema A High-Toned Old Christian Woman perteneciente a su primer libro, Harmonium (1923) Wallace Stevens comenzó así:

 

poetry is the supreme fiction, madame

la poesía es la ficción suprema, señora

 

La verdad es que los críticos todavía no se han puesto de acuerdo acerca de si la Ficción Suprema del presente poema es la poesía,
como parece indicar el mencionado antecedente, o bien el poeta en el momento de crear su texto

 

el yo poético que poetiza la realidad por medio de su imaginación

 

Esta falta de acuerdo no es de extrañar, dada la frecuente opacidad
de la poesía de Stevens y de este poema en particular:

 

hay numerosos pasajes de «Notes toward a Supreme Fiction»
que se han visto sometidos a las más variadas y arbitrarias interpretaciones.

Y no en balde el propio Stevens puso la palabra «Notas» en el título de su poema:

 

 

debo decir que no he definido una ficción suprema,

 

 

escribió en una carta de 1943, y añadió:

 

En principio parece haber ciertas características
de una ficción suprema y las «Notas» se limita
a expresar unas pocas de esas características.
Tal y como veo el tema, podría ocupar a toda una escuela
de rabinos durante las próximas generaciones.

 

Y en otra carta, de 1954, dijo:

 

Que la obra de un hombre quede indefinida
es a menudo algo intencionado. Por ejemplo,
al proyectar una ficción suprema, no puedo imaginar
nada más fatal que expresarla de manera definida
y sin precauciones… Se trata de poesía, no de filosofía.
Lo último que querría hacer sería formular un sistema.

 

Sin embargo en lo que sí parecen estar de acuerdo todos los críticos de Stevens, «el maestro del verso exquisito»,
es en que «Notas para una Ficción Suprema» es el poema más importante de toda su obra, la columna vertebral
y el momento crucial de su poesía, su obra maestra.

De ahí el interés de contar con una traducción española.

 

Ahora bien, ¿cómo traducir esa opacidad, cómo interpretar los numerosísimos versos ambiguos e interpretables?

El traductor es sin duda un intérprete, pero muy distinto del crítico literario.

Digamos que está a mitad de camino entre éste y el poeta, y lo que lo aproxima al segundo le permite algo que al primero le está vedado: no explicar. A la opacidad puede responder con opacidad, a la ambigüedad con ambigüedad, a la oscuridad con oscuridad.

Evidentemente, lo que aquí se ofrece es mi versión de «Notes toward a Supreme Fiction», lo cual no quiere decir, como podría pensarse tras esta declaración, que me haya permitido libertades amparándome en ese vocablo tan dudoso, «versión», sino que se trata del poema de Stevens tal y como yo lo entiendo.

 

De lo que puede tener seguridad el lector es precisamente de que lo que dice el texto de Stevens lo dice también mi texto

y, por lo tanto, también lo dice casi igual que como lo dice Stevens.

 

Respecto a ese casi, más vale dejarlo en paz, pues en él reside el misterio de la traducción, el del posible paso de una lengua a otra.

Con todo, algunos dobles sentidos o ambigüedades extremas del poema
—los que no permiten que el traductor no explique sin por ello cometer una infidelidad— van comentados en las notas, al final.

 

 

En estas notas he incluido asimismo algunos extractos de cartas del propio Stevens, en los que hace observaciones de interés acerca de algunos pasajes del texto. A fin de no interrumpir la lectura del poema las notas van al final y su numeración corresponde a los cantos —números romanos— y versos —números árabes— dentro de cada canto.

 

 

«Notes toward a Supreme Fiction» se publicó, en una edición limitada, en 1942,
y posteriormente fue incluido, como cierre del libro, en

 

Transports to Summer (1947)

 

 

Stevens consideró que dicha inclusión hacía de Transports to Summer su libro más importante.

 

Las ediciones utilizadas para esta traducción son las siguientes:

 

Wallace Stevens, The Collected Poems (Nueva York, 1982), y

Wallace Stevens, Selected Poems (Londres, 1980).

 

Javier Marías

 

 

 

 

 

 

 

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