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wystan hugh auden

 
 
 
traducción de guillermo sheridan

 

 

el laberinto

 

 

Antropos apteros pasó varios días

silbando en el oscuro laberinto,

confiando alegremente su salida

a su temperamento y a su instinto.

 

La centésima vez que vio un arbusto

que cien veces pensaba haber pasado,

en la confluencia de cuatro senderos,

reconoció al fin que se había extraviado.

 

 

“¿Dónde estoy? a menos de que tenga una

respuesta,

dice la metafísica, una pregunta no puede ser

propuesta,

por lo que asumo

que a este laberinto lo ha planeado alguno.

 

Si el pensamiento del teólogo es correcto

un plan implica la idea de un arquitecto:

un laberinto creado por Dios sería sin duda

un preciso universo en miniatura.

 

¿Serían los datos de la percepción,

en ese caso, válida comprobación?

¿Qué del universo que domino me puede decir

cuál es la dirección que debo seguir?

 

Lo que sugeriría el matemático

sería una línea recta: lo más práctico.

Pero izquierda y derecha en alternancia

es algo, con la historia, más en consonancia.

 

La estética en contraste cree que todo el arte

intenta el corazón gratificarte:

si rechazo disciplinas como ésta…

¿seguiré el camino, entonces, que mejor me

parezca?

 

Sólo es verdadero este razonamiento

si se acepta el clásico discernimiento,

cosa que resulta imposible de asegurar

si al introvertido hemos de escuchar

 

ya que su absoluta presuposición

es que el hombre crea su propia condición:

este meandro no fue creado por la divinidad

y más bien es reflejo de mi culpabilidad.

 

Su centro, que no puedo hacer presente,

es conocido para mi inconsciente;

no tengo pues por qué desesperar:

en él he estado siempre con sólo así pensar.

 

El problema es cómo decir no quiero;

los que están quietos se mueven más ligero;

mientras no acepte que estoy perdido

porque yo quiero estarlo, estoy perdido.

 

Si eso fracasa, quizá yo debería

hacer lo que los educadores harían:

contentarme con la conclusión

ya que, en teoría, no existe solución.

 

Toda declaración sobre lo que yo siento,

como estoy perdido, es falsa al cien por ciento:

termina mi sabiduría donde había empezado:

cualquier barda es más alta que un humano.”

 

Antropos apteros, vacilante,

confuso ¿hacia atrás? ¿hacia adelante?

mirando hacia arriba deseó ser el ave

a la que estas dudas

debían parecer poco menos que absurdas.

 

 

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the labyrinth

 

 

 

Anthropos apteros for days

Walked whistling round and round the Maze,

Relying happily upon

His temperment for getting on.

 

The hundredth time he sighted, though,

A bush he left an hour ago,

He halted where four alleys crossed,

And recognized that he was lost.

 

 

“Where am I?” Metaphysics says

No question can be asked unless

It has an answer, so I can

Assume this maze has got a plan.

 

If theologians are correct,

A Plan implies an Architect:

A God-built maze would be, I’m sure,

The Universe in minature.

 

Are data from the world of Sense,

In that case, valid evidence?

What in the universe I know

Can give directions how to go?

 

All Mathematics would suggest

A steady straight line as the best,

But left and right alternately

Is consonant with History.

 

Aesthetics, though, believes all Art

Intends to gratify the heart:

Rejecting disciplines like these,

Must I, then, go which way I please?

 

Such reasoning is only true

If we accept the classic view,

Which we have no right to assert,

According to the Introvert.

 

His absolute pre-supposition

Is – Man creates his own condition:

This maze was not divinely built,

But is secreted by my guilt.

 

The centre that I cannot find

Is known to my unconscious Mind;

I have no reason to despair

Because I am already there.

 

My problem is how not to will;

They move most quickly who stand still;

I’m only lost until I see

I’m lost because I want to be.

 

If this should fail, perhaps I should,

As certain educators would,

Content myself with the conclusion;

In theory there is no solution.

 

All statements about what I feel,

Like I-am-lost, are quite unreal:

My knowledge ends where it began;

A hedge is taller than a man.”

 

Anthropos apteros, perplexed

To know which turning to take next,

Looked up and wished he were a bird

To whom such doubts must seem absurd.

 

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