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Tu cuerpo silba en los arándanos. ¿Insinúas la libertad de las
bestias protegidas por la conducta de los vientos?
Líbrate de la libertad antes de entrar en mí.
Tú eres veloz y oscura en los arándanos encendidos; eres
profunda y bella como un rostro en el agua; tu piel es dulce. Pero mi
lengua es sagaz
y tus oídos escuchan sin misericordia.
El silencio y sus círculos, el ácido que depositas sobre mi salud,
la suciedad obligatoria de mi alma:
este es el precio de la paz. Acuérdate.
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