Tu cuerpo silba en los arándanos. ¿Insinúas la libertad de las

bestias protegidas por la conducta de los vientos?

 

Líbrate de la libertad antes de entrar en mí.

 

Tú eres veloz y oscura en los arándanos encendidos; eres

profunda y bella como un rostro en el agua; tu piel es dulce. Pero mi

lengua es sagaz

 

y tus oídos escuchan sin misericordia.

 

 

El silencio y sus círculos, el ácido que depositas sobre mi salud,

la suciedad obligatoria de mi alma:

este es el precio de la paz. Acuérdate.

 

 

 

 

 

 


 

 

 

 

 

 

0 comentarios

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Te puede interesar

la no vida

 

sin espacio para la expresión
del dolor, —como hacen los artistas.

 

es posible

 

Es fácil y probable,
que al pasar los años, se desconozcan

 

belleza

 

Era tan guapa
que no llamaba
la atención