lo sé, lo intuyo cartesiano, autómata,

 

moribundo, cordial, en fin, espléndido

 

césar vallejo

 

 

 

Creo que al final, después, más tarde, otro día, habrá algo sencillo y suave, tal vez dulce, algo para tocar o comer,

con los ojos cerrados, quizá unas almendras o unas piedras pequeñas y pulidas, incluso unos pétalos del color del terciopelo.

 

Creo que luego, al terminar, habrá un poco de hierba todavía verde o fresca, o un charco de agua recién llovida, lavada,

líquida y elemental: todas esas cosas medidas y exactas que caben en un jardín japonés, o que se colocan, ardiendo, entre

el camino de ida y el de vuelta y hacen señales de humo o, sin más, un humo sin señales: solamente a copos o a sorbos,

como se desordena el humo cuando lo dispersa el viento de una manera siniestra, cuando lo hace desaparecer

rasgándolo con rabia.

 

Creo que, cuando se acabe, mañana, después del verano, otro día, habrá un puñado de arena o de tierra para esparcir

en una llanura enorme como la palma de la mano y, con la punta del dedo, trazar los caminos que no hemos recorrido, que no

hemos encontrado todavía, tal vez los caminos del atardecer, con todo el polvo de oro manchándonos de sol y de ceniza,

del larguísimo incendio de la tarde.

 

Habrá, quizá, el aroma fúnebre de los cementerios esenciales o un perfume actual de almohadas o células bonitas, todo

reunido en una suculenta unidad y preparado puntualmente para merendar, encima del mantel blanco, y tal vez haya un género

alegre de alegría sucesiva, nupcial, como cuando, por fin, se duermen las gallinas y puede sentirse toda la extensión del universo.

 

Al final, luego, antes o después del invierno, otro día, habrá un tratado del alma, bien encuadernado, que hablará del

horizonte y de empezar de nuevo, del sentido instantáneo de la eternidad y de una inmediata mirada aumentativa: será un tratado

del alma escrito con largas pausas, sin función mental, para leer con los ojos cerrados.

 

Será después, después, más tarde, será después de una obstinación dramática y de su olivo, de la religión y sus patitos feos.

 

 

 

 

 

 

 

 

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