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material de construcción
los hábitos del artillero
1990
material de construcción
para Anxela
I
Alrededor de tu casa el mundo estaba en obras.
Una advertencia a tiempo no hubiera bastado
ni la cívica señal para que no jueguen allí los niños.
Una madre tan poco celosa del peligro de los cables
no asomó su cabeza peinada
para llevarte a los parques donde jugaban los niños.
No recuerdas un solo columpio, ni una fuente,
ni un seto.
No sabías columpiarte ni jugar en los parques.
Pero te gustaba verlos desde el último andamio.
Tenías miedo y te gustaban las máquinas,
te sangraban las rodillas de caer en el cemento,
la cabeza te giraba dentro de la amasadora.
Pero lo que te gustaba
era bajar a los fosos donde la lluvia empozada
se tragaba juguetes que tú codiciarías,
donde los niños de los parques, que cenaban ahora,
arrojaban con suavidad sus antiguas bicicletas.
Para verlas flotar. Para que las tragara el fango.
II
En recintos de arena y enrejados de lilas
grupos de niños vigilados y alegres
desarrollaban su inteligencia en las áreas de ocio.
Las tardes de los domingos las preferías por eso,
porque todo quedaba desierto en las obras
y sobre el hierro al sol, entre escayolas y esqueletos de columnas,
por fantasmales huecos de futuras ventanas,
contando los peldaños de futuras escaleras
por donde ascendían secándose las heces de los gatos
atravesabas escenarios cambiantes e imperfectos
cuya mejor disposición no preveías.
No sabías columpiarte sola
ni arrancar flores de los parques.
Pero en el último piso, cansada de imaginaciones,
sin pensar, boca arriba,
te saludaba la excavadora con los dientes sucios
de comerse la tierra
y las grúas, oxidados gigantes todavía en activo,
descansaban también y te advertían
de que todo a tu alrededor se estaba construyendo.
la fortaleza
obra reunida 1984 – 2005
visor libros
volumen MLXXI de la colección visor de poesía
2019
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