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muchacha tendida en un diván
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La muchacha está tendida, tumbada en el diván, con los ojos cerrados. Tal vez ha entrado ya en esa zona de aguas
dudosas donde se irá despellejando, descarnando y deshuesando para resbalarse hacia el sueño, porque, a menudo,
uno se va hacia el sueño por deslizamiento, como un pez que se escapa de las grandes manos duras de la realidad.
Para dormirse, no sólo es necesario aceptar el extravío, la entrega, sino también que el extravío y la entrega lo acepten
a uno como digno, como bello durmiente.
Aunque tal vez la muchacha aún esté en esa zona de chapoteo donde ya se siente, entredurmiendo, la liberación que trae
el sueño, -como salir a pisar charcos, después de la tormenta, nos acerca a la libertad-, ya se le ha puesto la cara de
niña seria –con dos espléndidas tetas- de haberse caído dentro del sueño, de regreso a la inexistencia, de haber cambiado
la identidad propia, personal, por la de una mariposa o la de un canguro o la de un viento que se dispersa para atravesar
muchos paisajes a la vez, ajeno a kilómetros y relojes.
Como sencillo merodeador, uno cree que el artista pintor se ha limitado a pintar a la hermosa muchacha del diván: no se trata
de un pintor pintando que además nos dice –pintando- que él pinta; no hay guiños ni saludos al espectador entremezclados
con los colores o las formas: sólo hay naturalidad y no una continua conciencia, sobreconciencia, hiperconciencia de estar
pintando: en este caso, el artista pintor no ha distribuido pequeñas luces de neón por la tela, ni ha colocado estratégicas
señales indicativas de que él ha sido el que la ha pintado.
No sé si como compensación a esta actitud pictórica, el cuadro se le ha llenado de duende, de magia, de ángel: ha sacado a
la muchacha del zoo a la vida, o casi, no tenemos que pegar la nariz al cristal para mirarla, estamos en el mismo espacio que ella,
que, además, no necesita hacer cucamonas para que la veamos, hermosísima y cotidiana.
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Narciso de Alfonso
Merodeos: el desnudo femenino en la pintura
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Caillebotte, Gustave (1848-1894)
Femme nue étendue sur un divan, 1873
45.75 X 35.00 pulgadas
Colección privada
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Collector Iris Cantor Donates Gustave Caillebotte’s «Femme Nue Etendue Sur Un Divan» As Promised Gift To Metropolitan Museum Of Art.
Collector and philanthropist Iris Cantor announced the donation of Femme nue étendue sur un divan (1873) by French Impressionist Gustave Caillebotte as a promised gift to
The Metropolitan Museum of Art, as a tribute to Philippe de Montebello, the Museum’s Director Emeritus, who served as the institution’s Director from 1977 through December 2008.
The painting is the first Caillebotte in the Met’s collection.
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