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la habitación blanca


Lo obvio es difícil
de probar.

Preferimos
lo oculto. También yo.


Escuchaba a los árboles.

Tenían un secreto,


y estuvieron a punto


de revelármelo:


nunca lo hicieron.

En el verano cada árbol


de mi calle tenía una


Sheherezada. Eran parte


mis noches de sus cuentos

salvajes. Me llevaban


por casas cada vez


más oscuras, por casas


abandonadas, mudas.

Alguien de ojos cerrados


habitaba en los altos.


Pensarlo me asombraba


y me quitaba el sueño.

La verdad: simple y fría,


dijo la mujer siempre


de blanco. No salía


apenas de su cuarto.

Al sol, una o dos cosas


que habían sobrevivido


la larga noche intactas,


las cosas más sencillas,

en su obviedad difícil.


No hacían ningún ruido.


Era un día de esos


que se llaman “perfectos”.

¿Los dioses disfrazados


de horquillas? ¿Un espejo


de mano? ¿Un peine


sin dientes? Nada de eso.

Las cosas como son,


sin parpadear, calladas


en su fulgor. Los árboles


esperaban la noche.

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the white room


The obvious is difficult

To prove. Many prefer

The hidden. I did, too.

I listened to the trees.

They had a secret

Which they were about to

Make known to me,

And then didn’t.

Summer came. Each tree

On my street had its own

Scheherazade. My nights

Were a part of their wild

Storytelling. We were

Entering dark houses,

More and more dark houses

Hushed and abandoned.

There was someone with eyes closed

On the upper floors.

The thought of it, and the wonder,

Kept me sleepless.

The truth is bald and cold,

Said the woman

Who always wore white.

She didn’t leave her room much.

The sun pointed to one or two

Things that had survived

The long night intact,

The simplest things,

Difficult in their obviousness.

They made no noise.

It was the kind of day

People describe as “perfect.”

Gods disguising themselves

As black hairpins? A hand-mirror?

A comb with a tooth missing?

No! That wasn’t it.

Just things as they are,

Unblinking, lying mute

In that bright light,

And the trees waiting for the night.

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Charles Simic

The White Room

from The Book of Gods and Devils

1990 by Charles Simic

Source: The Book of Gods and Devils

(Houghton Mifflin Harcourt, 1990)

aurelioasiain.com

 

 

 

 


 

 

 

 

 

 

 

 

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