charles bukowski:

 

shooting the moon in the eye:

 

disparando a la luna en el ojo

 

 

 

 

 

disparando a la luna en el ojo

 

 

era sólo una pequeña habitación,
sin baño,
calentador, cama, dos sillas,
lavabo,
teléfono en el pasillo.
yo vivía en el segundo piso
de un hotel.
tenía un trabajo.
llegaba a las 6:30 pm
y a eso de las 8
había 4 o 5 personas
en mi habitación
todos borrachos
todos bebiendo vino.
aveces había
6 o 7.
muchos de ellos sentados
en la cama.
ah, había una radio,
poníamos la radio
bebíamos y
charlábamos.


era extraño, siempre había
una sensación de excitación ahí,
alguna risa y
a veces discusiones
serias que eran un tanto
estúpidas.


nunca nos pidieron que
estuviéramos callados,
el encargado nunca
nos molestó, ni la
policía.
con una excepción
o dos
no hubo
confrontaciones
físicas.
yo siempre daba por
terminadas
las fiestas alrededor
de las 3.


«¡vamos, hank!, ¡si sólo
estamos empezando!»


«¡vamos, vamos,
todos afuera!».


y
con una excepción
o dos
yo siempre dormía
sin una
mujer.


llamábamos
a ese lugar
el Hotel del Infierno.


no tenía idea de que
estábamos intentando
hacer.


creo que simplemente
celebrábamos
estar
vivos.


esa pequeña habitación
llena de humo, música y
voces,
noche tras noche
tras
noche.


los pobres, los locos,
los perdidos.


encendíamos ese hotel
con nuestras almas
torturadas
y el hotel
nos amaba.

shooting the moon in the eye

 

 

it was just a small room, no bathroom,
hot plate, bed, 2 chairs, a bed, sink
phone in hall.
I was on the 2nd floor of a hotel.
I had a job.
I got in about 6:30 p.m.
and by 8 p.m.
there would be 4 or 5 people
in the room,
all drunks,
all drinking wine.
sometimes there would be
6 or 7.
most of them sat on the
bed.
oh, there was a radio,
we played the radio,
drank and
talked.

it was strange, there was
always a sense of
excitement there,
some laughter and
sometimes serious
arguments that were
somewhat
stupid.

we were never asked
to be quiet,
the manager never
bothered us,
or the
police.
with an exception
or two,
there were no
physical
confrontations.
I’d always call an
end to the parties
around 3 a.m.

“ah, come on Hank!
we’re just getting
started!”

“come on, come
on, everybody
out!”

and,
with an exception
or two,
I always slept
without a
lady.

we called
that place,
the Hotel from
Hell.

I had no idea
what we were
trying to
do.

I think we were
just celebrating
being
alive.

that small room
full of smoke and
music and
voices,
night after night
after
night.

the poor, the mad,
the lost.

we lit up that hotel
with our twisted
souls
and it loved
us.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


 

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