clarice lispector

 

 

jugar a pensar

 

 

 

El arte de pensar sin riesgos. Si no fuese por los caminos de emoción adonde el pensamiento conduce,

el pensar ya se habría catalogado como uno de los modos de divertirse. No se invita a los amigos al juego

a causa de la ceremonia que se cumple al pensar. El mejor modo es invitar sólo a una visita, y, como

quien nada pide, pensar juntos, con el disimulo de las palabras.

Esto, en tanto juego liviano. Pues para pensar en profundidad —que es el máximo grado del hobby—

es necesario estar solo. Porque entregarse a pensar es una gran emoción, y solamente se tiene el valor

de pensar delante de otro cuando la confianza es tan grande que no hay inhibición en usar, de ser

necesario, la palabra otro. Además se exige mucho de quien nos ve pensar: que tenga un corazón grande,

amor, cariño, y la experiencia de haberse entregado también a pensar. Se exige tanto de quien oye las

palabras y los silencios —como se exigiría en el sentir. No, no es cierto. En el sentir se exige más.

Bueno, pero, en cuanto al pensar como diversión, la ausencia de riesgos lo pone al alcance de todos.

Algún riesgo existe, es claro. Se juega y se puede salir con el corazón ensombrecido. Pero por lo general,

si se toman los recaudos intuitivos, no hay peligro.

Como hobby, presenta la ventaja de ser por excelencia transportable. Aunque en el seno del aire sea

aún mejor, a mi ver. En ciertas horas de la tarde, por ejemplo, cuando la casa llena de luz más parece

vaciada por la luz, mientras la ciudad entera se estremece trabajando y sólo nosotros trabajamos en casa

pero nadie lo sabe —en esas horas en que la dignidad se reharía si contáramos con un taller de arreglos

o una sala de costura—, en esas horas: se piensa. Así: se empieza desde el punto exacto donde uno se

encuentre, aunque no sea por la tarde; sólo por la noche no lo aconsejo.

Una vez por ejemplo —en el tiempo en que mandábamos la ropa a lavar afuera— estaba yo haciendo la lista.

Tal vez por el hábito de poner título o por unas súbitas ganas de tener un cuaderno prolijo como en la escuela,

escribí: lista de… Y fue en ese instante cuando aparecieron las ganas de no ser seria. Es ésta la primera

señal del animus brincandi, en materia de pensar —como hobby. Y escribí aguda: lista de sentimientos. Lo que

quería decir con esto tuve que dejarlo para más adelante —señal de que estaba en el camino correcto y que

no me afligía por no entender; la actitud debe ser: no se pierde por esperar, no se pierde por no entender.

Entonces empecé una listita de sentimientos de los cuales no sé el nombre. Si recibo un regalo hecho con

cariño por una persona que no quiero —¿cómo se llama lo que siento? La falta que se siente de una persona

que ya no queremos, ese dolor y ese rencor— ¿cómo se llaman? Estar ocupada —y de pronto detenerme

por haber sido invadida por una súbita indolencia dulcificadora y venturosa, como si una luz de milagro

hubiese entrado en la sala: ¿cómo se llama lo que se ha sentido?

Pero debo aclarar. A veces se empieza a jugar a pensar, y he aquí que inesperadamente es el juguete el que

empieza a jugar con nosotros. No es bueno. Es sólo fructífero.

 

 

 

 

 

brincar de pensar

 

 

 

A arte de pensar sem riscos. Não fossem os caminhos da emoção a que leva o pensamento,

pensar já teria sido catalogado como um dos modos de se divertir. Não se convidam amigos

para o jogo por causa da cerimônia que se tem em pensar. O melhor modo é convidar apenas

para uma visita, e, como quem não quer nada, pensa-se junto, no disfarçado das palavras.

Isso, enquanto jogo leve. Pois para pensar fundo – que é o grau máximo do hobby – é preciso

estar sozinho. Porque entregar-se a pensar é uma grande emoção, e só se tem coragem de

pensar na frente de outrem quando a confiança é grande a ponto de não haver constrangimento

em usar, se necessário, a palavra outrem. Além do mais exige-se muito de quem nos assiste

pensar: que tenha um coração grande, amor, carinho, e a experiência de também se ter dado

ao pensar. Exige-se tanto de quem ouve as palavras e os silêncios – como se exigiria para sentir.

Não, não é verdade. Para sentir exige-se mais.

Bom, mas, quanto a pensar como divertimento, a ausência de riscos o põe ao alcance de todos.

Algum risco tem, é claro. Brinca-se e pode-se sair de coração pesado. Mas de um modo geral,

uma vez tomados os cuidados intuitivos, não tem perigo.

Como hobby, apresenta a vantagem de ser por excelência transportável. Embora no seio do ar

ainda seja melhor, segundo eu. Em certas horas da tarde, por exemplo, em que a casa cheia de

luz mais parece esvaziada pela luz, enquanto a cidade inteira estremece trabalhando e só nós

trabalhamos em casa mas ninguém sabe – nessas horas em que a dignidade se refaria se tivéssemos

uma oficina de consertos ou uma sala de costuras – nessas horas: pensa-se. Assim: começa-se

do ponto exato em que se estiver, mesmo que não seja de tarde; só de noite é que não aconselho.

Uma vez, por exemplo – no tempo em que mandávamos roupa para lavar fora – eu estava fazendo

o rol. Talvez por hábito de dar título ou por súbita vontade de ter caderno limpo como em escola,

escrevi: rol de… e foi nesse instante que a vontade de não ser séria chegou. Este é o primeiro sinal

do animus brincandi, em matéria de pensar – como – hobby. E escrevi esperta: rol de sentimentos.

O que eu queria dizer com isto tive que deixar para ver depois – outro sinal de se estar em caminho

certo é o de não ficar aflita por não entender; a atitude deve ser: não se perde por esperar, não se

perde por não entender.

Então comecei uma listinha de sentimentos dos quais não sei o nome. Se recebo um presente dado

com carinho por pessoa de quem não gosto – como se chama o que sinto? A saudade que se tem

de pessoa de quem a gente não gosta mais, essa mágoa e esse rancor – como se chama? Estar

ocupada – e de repente parar por ter sido tomada por uma súbita desocupação

desanuviadora e beata, como se uma luz de milagre tivesse entrado na sala: como se chama o que

se sentiu?

Mas devo avisar. Às vezes começa-se a brincar de pensar, e eis que inesperadamente o brinquedo

é que começa a brincar conosco. Não é bom. É apenas frutífero.

 

 

 

 

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clarice lispector

Revelación de un mundo

A descoberta do mundo

Traducción: Amalia Sato

Adriana Hidalgo editora S.A.

2004, enero de 2005, octubre de 2005

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