roger pol droit
experiencias de [poesía] cotidiana
traducción de Victor Goldstein
Fondo de cultura económica
de Argentina Buenos Aires
1ª edición en español, 2001
encontrar el puro azar
DURACIÓN: 2 segundos
MATERIAL: casino o equivalente
EFECTO: aventurado
Usted acaba de apostar dinero. El juego es azar puro; no se requiere ninguna habilidad, no se puede intervenir de ninguna manera, aunque es deseable que el resultado no le sea indiferente.
La ganancia eventual puede ser importante, susceptible, si ganara, de modificar notablemente su existencia.
Puede decirse entonces, con una verosimilitud aceptable, que el curso de su existencia se encuentra en juego. Lo que usted será mañana depende, en una medida amplia, de elementos que ya se le escapan por completo: el recorrido de una bola en una ruleta, la aparición de un naipe sobre un tapete verde, o la alineación de algunos dibujos sobre la pantalla de una maquina.
Lo que debe experimentar entonces es que una situación de este tipo esta absolutamente desprovista de toda significación.
Es seguro que va a ganar o a perder. Las probabilidades de que pierda son mucho mayores, aunque sus posibilidades de ganar no son nulas. Unas y otras son calculables, pero ninguna tiene sentido.
Eso es lo más difícil de captar.
Usted seguirá siendo el mismo —desde un punto de vista financiero—, o por el contrario accederá a la riqueza: pero esos porvenires divergentes dependen solamente del puro azar, sin significación ni intención.
El resultado no tiene nada que ver con sus méritos o sus deméritos. Está librado a la suerte, expuesto a una arbitrariedad anónima y sin finalidad.
Dentro de un segundo, será perdedor o ganador de una manera espléndidamente ajena a toda forma de justicia.
Es inevitable que intente colmar ese vacío con toda suerte de explicaciones, súplicas, esperanzas, cálculos, fragmentos de pensamiento mágico de toda índole. Se requiere una gran fuerza espiritual para aceptar durante un instante, de manera cruda y desnuda, que nuestra vida este suspendida de lo insensato.
Sin duda, si fuéramos grandes, tendríamos que ser capaces de aceptarlo todo el tiempo.
ξ
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