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el reino que se hunde

 

Mi reino, me dijo ese príncipe, está tan fatalmente destinado a la ruina que, llegado el momento, y que no está lejano, un mendigo desesperado no querría poner los pies en él. Su pérdida es segura. Están los enemigos. No la espero de ellos. Ellos no se atreven a pensar en eso. Lo cual me salva, pero no salva mi reino, que, hagan lo que hicieren, toleren lo que tolerasen, se hunde lentamente.

Eso es lo que también han debido observar varios de nuestros sabios, que están encariñados conmigo, y que por esa razón no lo proclaman en público y hasta lo callan totalmente, queriendo confiarme sólo a mí esa verdad, y a menudo los veo, viniendo a mí con caras demasiado graves para expresar simples zalemas cortesanas.

Entonces los aparto, interrumpiendo enérgicamente sus discursos con agradecimientos o con una palabra cordial que los hace retirar, y así los despido, con los ojos todavía cargados de un mensaje que no pudieron entregar y que les perfora la cabeza, la cabeza y el corazón, lo sé, pero del cual no quiero liberarlos. Tampoco yo puedo liberarme de él.

Todo el terreno de este país debe ceder y pronto no estar más, arrastrando a sus ciegos habitantes.

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le royaume qui s’engloutit 

 

Mon royaume, me dit ce prince, est si fatalement voué à la ruine que, le moment venu, et qui n’est pas lointain, un mendiant désespéré n’y voudrait mettre les pieds. Sa perte est sûre. Il y a les ennemis. Ce n’est pas d’eux que je l’attends. Ils n’osent y songer. Cela me sauve, mais ne sauve pas mon royaume, lequel, quoi qu’ils fassent, quoi qu’ils tolèrent, s’engloutit lentement.

C’est ce que plusieurs de nos savants ont dû remarquer également, qui me sont attachés, et qui pour cette raison ne le proclament pas en public et même s’en taisent totalement,voulant à moi seul confier cette vérité, et je les vois souvent qui viennent vers moi avec des mines trop graves pour de simples compliments de cour.

Je les écarte donc, interrompant vivement leurs discours par des remerciements ou sur une parole cordiale qui donne congé, et ainsi je les renvoie, les yeux encore chargés d’un message qu’ils n’ont pu délivrer et qui leur perce la tête, la tête et le coeur, je le sais, mais dont je ne veux les délivrer. Moi non plus, je ne peux m’en délivrer.

Le terrain tout entier de ce pays doit céder et bientôt n’être plus, entraînant ses aveugles habitants.

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