isla correyero

 

mi bien

 

antología poética

 

 

Madrid; Ed. Visor, 2018

 

 

 

 

 

EL VISITANTE

 

 

Es un tirano flaco el hombre que me gusta,
maleador y esquivo imberbe que me gasta.
Usa lentes de sol y altanería,
un palo para dar las órdenes al perro.

Tiene la solidez de un tratante irritable
y el aplomo sarcástico de las rameras viejas.

Cuando llega a mi finca se bate con los toros
y a las potras les hace ponerse de rodillas.

Mientras yo me coloco la falda más hermosa
se va de caza y vino con mi papá y el párroco.

Derrocha tino y fibra en fijando la pieza,
sus sortijas rapiñan el oro del cadáver.

Aflojado el chaleco y el cinturón muy justo
presenta una figura de fatuo desgarbado.

El desaire que tienen sus hombros cuando vuelve
le dan esa excesiva manera revoltosa.

Amaga su cuchillo si tercia con la pelvis,
oloroso de guerra se baña de naranjas.

El tesón y el talento de su porte rijoso
le dotan de una estética emoción imperturbable.

xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx* * *

Me deja su lampiño calor en celo y filfa,
elegante se pasa mi falda por el morro.

Y remata el más sabio seductor poderío
al recoger los bártulos de la tierra
y se va.

 

 

 

 

CONTEMPLACIÓN DEL DOLOR

 

 

Su gran dolor de madre era visible
a través de las gafas empañadas:
un soplo de fatiga en esos ojos
distantes, infinitos, desarmados.

Al lado, su marido, muy nervioso,
trataba de mirarla y sujetarla;
silenciosos testigos esparcidos
exhalaban el vaho del horror.

La niña, sobre el suelo, degollada,
era un canal de doce cicatrices,
un animal sin piel, desnudo y rojo,
una belleza horriblemente dulce.

La madre se acercó como volando,
despavorida, con las alas altas,
se quitó su camisa blanca y leve,
y envolvió las caderas de la niña.

El asesino, con gafas de sol,
desde el otro lado del patio, la miraba.

 

 

 

 

EL ASEO

 

Es imposible tener un sentimiento más deformado y cruel que
el que teníamos cuando entrábamos en la habitación del
moribundo.

Cerrábamos la puerta y abríamos la ventana.

El enfermo se quejaba y podíamos oírle decir que en verdad
no quería la muerte.

Sin embargo, alguien lo levantaba y lo sentaba en un sillón de
plástico y él,
concentrando toda su energía,
nos miraba, levantando los párpados azules, con la cabeza
sobre el pecho, triste, extenuado,
dando pequeños estertores y, sin embargo, queriendo sonreír.

Nosotros destrozábamos su afán echándole colonia,
desnudándole, pegándole en la inocente cara limpia,
deleitándonos en su consternación y su amargura:
“No pasa nada… la muerte es un viaje… vete pronto y grita
cuando llegues… ¿hay ángeles ahí?… no seas quejica y
siéntate mejor… como te vuelvas a mear…”

Y el moribundo miraba la pared como un cordero,
abatido, movía la garganta, sin dolor ya,
despojado de imágenes terrenas
y subía
con un miedo terrible hacia la muerte.

 

 

 

 

VIRGEN

 

 

Dentro de un huracán estaba
mi corazón haciendo un ritmo tenso
y sobre mí mi novio de ojos españoles
oprimía mi cuerpo de estudiante
los calcetines blancos blancos puestos
todavía las tetas fuera del uniforme
temblaban como si hubiesen tomado café café
y no pudieran soportar el experimento
mis contemplaciones.

Pero lo soporté de un tirón todo confuso
esto se llama muerte dije soplo de flecha
en mi conocimiento más sensible
poco hablé
sólo lo justo para mi conciencia.
Las orejas ardiéndome
el cuello un arco contra la almohada.
Cedió mi vulva virginal vez primera
en el instante en que mi alma tuvo
un oído de alta inteligencia seda era yo
y seda todo el breve y mucho pensamiento.
Las manos enamoradamente bridas infantiles
blanqueándose en el cabecero de metal
como en una reja de convento o cárcel
como queriendo de allí salirse
devolverme a otro mundo
colocarme mejor
retirarme de la cuna
no arder así
o sí
no probar el pecado de lo doloroso
salirme de la herida
rogar que saliera él
y no tener aquella dura traviesa de madera
perforándome todas las ardientes almas
mi persona mis resignaciones.

Me sentía morir
mitad dolor y punto de milagro.

Las vibraciones eran cada vez más rápidas
por dentro crepité
nevé la leche
las uñas se menguaron tres centímetros
se me rizó todo el pelo carbón
se desplegaba
oscilando creciendo goteando
y filtró la primera y la última sangre
derramada por mi voluntad.

Después vino un silencio tan abstracto
la inmovilidad
el miedo de perderlo
mi cuerpo vaciándose de drama.

Tan increíble verlo cómo se vestía…
radiante
reservado de respiraciones.

De las sábanas blancas de su madre
una huella tras otra fue borrando.

Y como un riguroso nazareno
me dijo elevándome la cara:
mujer
¿qué es lo que hay ahora entre tú y yo?

 

 

 

 

TERCIOPELO AZUL

 

 

Mi coño eleva el conocimiento que tú le has enseñado.
La velocidad y el violento latido de una horca.

Mi coño alimentado por una boca física tiene el oficio
xxxxatlético de ser frágil y exacto.

Flexible y religioso mi coño es la pirámide de un
xxxxresplandor de xxxxxxxoxígeno que exige resistencias.

Tiene quinientos años de elegancia y de músculos
batidero de sangre volada de partículas.

Fluye con el tabaco la justicia y tu cuerpo tiene chispas
xxxxde plata xxxxxxxmonedas de cerveza.

Con tu estremecimiento causas en mí palabras que dicen
xxxxrebeliones y negros animales.

En tu lengua me dices cosas extraordinarias se me llena la
xxxxoreja del ardor de los fósforos.

Pasa todo a mi coño se forman las arrugas aprende
xxxxcoronado cómo abrirse las venas.

Tan profundo y despierto como un túnel en llamas llega
xxxxal agua al tugurio de un taller que se mueve.

Es un técnico oliendo tu medida en versículos el aceite
xxxxde un arma con una bala de oro.

Extremaunción del vértigo que surge en los amantes mi
xxxxcoño es un estado mental de luz y sombra.

Suda como una sábana. Palpita como un tango. Es móvil
xxxxterciopelo azul.
Báilalo lento.

Para la muerte.

Jode la tristeza.

 

 

 

 

COÑO AZUL

 

 

Mi coño es negro como carbón evaporado.
Pero se vuelve azul
a la luz de la tele y de la luna.

 

La característica más peculiar que explica su color y forma
es que tiene una circulación lenta y estremecida
que va navegando hacia la tinta de las venas
y se abre al desamparo de mi dormitorio
como si comprendiese que un dedo impenetrable
masculino no pasará por él
ni por las sábanas.

 

Sería una esperanza considerar
que sobre mi sexo solitario aún pueden caber volúmenes
remotos
o un pañuelo azul que penetrase las dos secciones
púrpuras abiertas
y así pasar esta tela azul ensangrentada quedándose
rompiéndome
porque mi coño ya es invencible
mi enemigo.

Aislado del amor
cualquier coño es violento.

 

 

 

 

CITA PSICOLÓGICA

 

 

Mi perro no ve bien doctora pero huele
mis lágrimas y se viene a mi lado
tirándose en el suelo lamiéndome
las uñas —algo olfateará del que fuera
su amo en los días de amor y sangre
derramada—. Él sabe aun sin verme
tomar las medicinas que la cabeza
me duele horriblemente y no puedo
aguantar ni el ruido de su rabo.
Esta cabeza terriblemente enferma
doctora ya no puede explicarse ni pensar
ni leer ni siquiera tratarme
con los seres humanos ni los irracionales.
Allí en mi casa sola tratando de encajar
con torpe coherencia una cosa con otra
haciendo un irreal esfuerzo sobrehumano
por mantenerme viva porque me vean alegre
mis hijos o mi madre o al menos
que no sepan hasta qué punto finjo
porque no sepan ellos ni nadie ni mi perro
cómo de mi cabeza entran y salen
los más feroces actos de suicidio
ahorcamiento o decapitación.

Mándeme otras pastillas doctora si es posible
curarme de él su destructiva forma de
desesperarme…

O elimine mi nombre de la lista de espera
no estaré llorando aquí el próximo trimestre.

 

 

 

 

 

 

 

 

Ω

 

 

 

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