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barcelona

 

Aquest nom és encara un refugi.

La santedat civil de la cobdícia

i també l’exabrupte generós

dels morts a Montjuïc, enfront del mar.

On és aquella burgesia culta?

I aquells obrers que, a més del seu ofici,

se sabien poemes de memòria?

Què pot, encara, unir-me a una ciutat

a qui li veig la cara maquillada

com d’una mare morta?

Callat, escolto el ferro dels tramvies

que quan jo era jove passaven per la Rambla:

una sonata de pobresa i roses.

Però, a Montjuïc tinc dues filles,

i ara m’ofèn una gentada estranya,

que s’encega en la festa innecessària

d’hotels gelats i aparadors superflus.

Sol ser als refugis

on, a vegades, fa més fred que enlloc,

desolada ciutat que fas de puta.

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barcelona

 

Este nombre es todavía un refugio.

La santidad civil de la codicia

y también el exabrupto generoso

de los muertos en Montjuïc, frente al mar.

¿Dónde está aquella burguesía culta?

¿Y aquellos obreros, que además de su oficio,

se sabían poemas de memoria?

¿Qué puede, aún, unirme a una ciudad

a la que veo el rostro maquillado

como de una madre muerta?

Callado, escucho el hierro de los tranvías

que cuando era joven pasaban por la Rambla:

una sonata de pobreza y rosas.

Pero en Montjuïc tengo dos hijas

y ahora me ofende un gentío extraño

que se ciega en la fiesta innecesaria

de hoteles helados y vitrinas superfluas.

Suele ser en los refugios

donde, a veces, hace más frío que en ninguna otra parte,

desolada ciudad que haces de puta.

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joan margarit

 

 


 

 

 

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