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 dream song 29

 

 

There sat down, once, a thing on Henry’s heart so heavy, if he had a hundred years & more, & weeping, sleepless, in all them time Henry could not make good. Starts again always in Henry’s ears the little cough somewhere, an odour, a chime. And there is another thing he has in mind like a grave Sienese face a thousand years would fail to blur the still profiled reproach of. Ghastly, with open eyes, he attends, blind. All the bells say: too late. This is not for tears; thinking. But never did Henry, as he thought he did, end anyone and hacks her body up and hide the pieces, where they may be found. He knows: he went over everyone, & nobody’s missing. Often he reckons, in the dawn, them up. Nobody is ever missing. [/ezcol_1half] [ezcol_1half_end] dream song 29

 

 

Algo se asentó, una vez, en el corazón de Henry, tan pesado, que si hubiera tenido cien años más & más & gimiendo, insomne, en todo ese tiempo Henry no habría prosperado. Comienza siempre de nuevo en los oídos de Henry la breve tos en alguna parte, una fragancia, una campanada. Y entonces hay otra cosa en su mente como un grave rostro sienés mil años fallaría en manchar el aún perfilado reproche de lo Horrible, con los ojos abiertos, atiende, ciego. Todas las campanas dicen: demasiado tarde. Esto no es para lágrimas; una manera de pensar. Pero Henry nunca acabó con nadie, nunca como creyó haber hecho y cercena el cuerpo de ella y esconde los trozos, donde puedan ser encontrados. Él sabe: va a verlos a todos, & nadie ha desaparecido. A menudo él los enumera, al amanecer. Nadie ha desaparecido jamás. [/ezcol_1half_end]

 

Traducción de Juan Carlos Villavicencio

From The Dream Songs by John Berryman, published by Farrar, Straus & Giroux, Inc. 

 

 

 

 

 

 

 


 

 

 

 

 

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