Sentado, en la terraza del pueblo,
percibo ese silencio de las cosas quietas,
interrumpido por el motor de los tractores. 

La mañana en su esplendor me brinda
su candor. Y yo perplejo por la sincronía
de sus actos, disfruto del sol
que se asoma tímido por entre las hojas. 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

0 comentarios

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Te puede interesar

quiéreme

 

como si el amor fuera nuestro