Sentado, en la terraza del pueblo,
percibo ese silencio de las cosas quietas,
interrumpido por el motor de los tractores. 

La mañana en su esplendor me brinda
su candor. Y yo perplejo por la sincronía
de sus actos, disfruto del sol
que se asoma tímido por entre las hojas. 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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