tú
que sabías cómo me caigo
enseguida me acercaste los faustinos del amor
y salimos nadando por el sucio pasadizo.
Susurrabas cosas eternas
entre flores
en la curva circular del tiempo
cuando el instante se arrastra a sí mismo
en la hora sin sombra de la siesta.
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No consigo imaginar, poner imagen alguna
a esos faustinos del amor, que se relacionan
con las caídas, aunque no sepamos si las evitan
o más bien alivian sus consecuencias.
Se trataría de alguna modalidad de ortopedia,
tal vez.
Con todo, se trata de un poema lleno de inexplicados
y errores: la hora sin sombra no es la de la siesta,
sino, evidentemente, la del mediodía solar.
Y ¿cuál es la curva circular del tiempo? Sólo se me ocurre
la respuesta obvia: un maldito reloj.
La licencia poética no autoriza a afirmar cualquier
cosa sólo porque forme parte de un poema.
ndalfonso
Todo no tiene por qué entenderse en un poema…
No estoy de acuerdo con el comentario.
Para mí cumple todos los requisitos de un buen poema.
Ángel
Creo que entender cabalmente un poema es destruirlo.
Un poema pasado por el tamiz de la razón es como meterle
una batidora que nos va a hacer un zumo sencillo de beber.
El poema se entiende con la piel, con el corazón y ese entendimiento
es repentino, un relámpago. La razón deshace, el corazón evidencia.
Ángel
La razón, o el intelecto, me lo imagino como un niño pequeño,
cogiendo y tocándolo todo para saber qué es, incluso metiéndoselo
en la boca.
Sin embargo el corazón es maduro y como ha vivido, evidencia y
revela el resultado de manera completa y repentina.
Son buenas observaciones, sin duda,
y es posible que me falte ese entendimiento
no intelectual. Pero aunque lea el poema con
ojos nuevos, sin prejuicios, enseguida me invade
la perplejidad y, casi sin querer, me digo,
me pregunto: ¿pero de qué me está hablando,
qué me quiere decir sin conseguirlo?
ndalfonso