Bien, bueno. Veamos. Este poema, si se le puede llamar así, ha sido escrito al final de la trayectoria del mismo autor
que hemos publicado hace unos días. Philip Larkin. Con este poema se demuestra la impotencia de su autor a la hora
de alcanzar el misterio. Cuántos poetas de ayer y hoy se han quedado sin alcanzarlo. Unos con mejor actitud que otros.
Pero esto no se consigue leyendo mucho, o escarbando en el ser solamente. Exige un compromiso desde casi la niñez,
desde que se empieza a tener uso de razón. La actitud poética es más importante que la sabiduría, sobre todo al principio,
como en la música, por ejemplo. Sí, es como ser músico, hay que subirse a esa actitud cuanto antes. Sin saber
que después se acabará escribiendo. 

La poesía es una actitud ante la vida. Además de un oficio. Pero esa actitud tiene que ser lo más temprana posible.
Esa amorosa y testaruda rebeldía es la que llama la atención de las fuerzas que después te presionarán hasta la extenuación,
forjando tu espíritu y tu corazón. Llevándolos hasta los distintos límites hasta llegar al misterio. Algunos poetas lo
consiguen al final de sus días, otros llegan demasiado pronto, y se quedan como el Idiota de Dostoyevski,
mirándose en el espejo, preguntándose para qué tanto esfuerzo. Crecer era una trampa, dicen algunos. Otros dicen,
me vapulearon, pero mereció la pena. Vaya que sí.

 

by Philip Larkin

 

Morning, noon & bloody night,
seven sodding days a week,
I slave at filthy work, that might
be done by any book-drunk freak.
This goes on till I kick the bucket:
FUCKITFUCKITFUCKITFUCKIT.

 

por Philip Larkin

 

Mañana, tarde y la puta noche,
siete jodidos días a la semana,
me deslomo en este asqueroso trabajo, que podría
hacerse por cualquier anormal borracho de libros.
Y así hasta que estire la pata:
JÓDETEJÓDETEJÓDETEJÓDETE.

 

 

 

 

 

 

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