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manuel vilas

 

otra canción desesperada

las arenas de libia

 

ed. huerga & fierro
madrid
1998

 

 

 

 

la maldición de los poetas que, conociendo solamente una verdad mental,

creen que, en sus poemas, alcanzan a decir la realidad;

 

 

y llega Vilas y escribe con descaro, sin mucho respeto, unos poemas

con argumento, parecidos a los que ellos, los poetas de la verdad mental,

han escrito y siguen escribiendo;

 

sin embargo, aunque no lo comprendan, aunque no sepan cómo sucede,

los poemas de Vilas alcanzan a decir la realidad, y a menudo, al mismo

tiempo, rechazan la verdad solo mental, que sostiene los falsos supuestos,

los prejuicios, las muchas modalidades de engaño que vacían de vida

la vida.

 

 

Y envidian a Vilas con una rabia zulú, y lo desacreditan, y le atribuyen

maniobras sociales tramposas, de ventajista, para explicarse que sus poemas

sean apreciados y esperados, y que alcancen la realidad.

 

 

 

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otra canción desesperada

 

 

Siento una vaga sed y estoy triste.
El invierno está acabando, da sus últimas batallas
entre las nubes y los mares, y deja los postreros
fríos en las altas montañas, lejanas, sombrías.

 

Las camas tocadas por el invierno son las del amor.
Así lo fueron para mí, y me acuerdo tanto de ella,
de cómo brillaban sus palabras y lo dulce que era.

 

Una mujer dulce, del invierno en mi invierno aparecida.
Como si Dios quisiera reír de mí un poco más,
viéndome feliz haciendo las maletas, planeando
románticos viajes a su lado, recogiendo su ropa
interior con delectación de cuarentón
cuyas plegarias han sido oídas en el último momento.

 

Siento una vaga sed y estoy triste:
Así la sonrisa de ella —la cuenta del hotel
le pareció muy cara—, y nos fuimos,
y yo estuve pensando en su cuerpo todo el viaje.

 

¿Se puede pensar en un cuerpo como si éste
fuera un laberinto, un problema de incompleta resolución,
una endiablada álgebra, un acertijo inmortal, inmoral?

 

Los perfumes, sus ropas, sus palabras, sus labios,
su huida, su verdad, su misterio, las heridas
de su corazón juntándose con las mías, su vida
entera, la vida que me enseñó y la que adiviné,
muy enamorado estuve, y casi me muero.

 

¿Con quién estará ahora? ¿A quién amará?
Adonde ella esté habrá alta vida, dura y salvaje,
futuro, riesgo, enigma, pasión precisada, expuesta.
Adonde ella esté, mejor yo ya no voy,
ya no podría.

 

Siento una vaga sed y estoy triste.

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