merodeando a la pareja bizca
El fotógrafo ha puesto la imagen de una pareja bizca de amor. Se miran,
se miran y lo demás, no existe. Los dos, unidos de esta manera, son
un mundo aparte. Un mundo distinto al sucio mundo que todos compartimos.
Y se quieren de oído, con su amor en la boca. No con los hechos.
Se han olvidado de todo. Lo que hace que sus espaldas queden a
la intemperie. Algo que supone una desventaja y una debilidad existencial.
Pues deberían estar precisamente en la posición inversa, espalda con
espalda. Sobre todo, cuando salen a la calle.
Los vemos orientados al revés. Seguramente discuten en casa, y son
amables cuando se relacionan con los vecinos. Una relación que es
secundaria, banal, superficial. Lo justo para sentirse dentro, en la vida presente.
El amor real, se construye cada día, de la mano, mirando ambos
en la misma dirección. Esta clase de amor que vemos en la ventana
de la vida tiene los días contados. Y su intensidad aumentará, al final
de la historia, cuando cada uno tome su propia dirección.
Son una pareja viva. Sí, a veces la vida nos quita lo que más queremos,
nos da lo que más odiamos, se adelanta o se atrasa a nuestros deseos,
nos muestra el cielo y luego no nos deja entrar en él. Otras veces, en cambio,
la vida va a su aire, nos quita o nos da desordenadamente, sin atender
ni respetar nuestros deseos, nos mete en el cielo queramos o no, nos echa
del cielo sin aviso, hala, hasta otra.
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