masha
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Qué presencia y qué poderío. Hay personas que son más sólidas, más materiales, más densas que otras, sí,
pero esta mujer, además, viene, llega con sus solapones de franela en pico sobre la cota de malla; las pieles de los
ejércitos del frío; los pendientes laterales como trofeos o pendones; el rostro cuadrado, mandibular y enérgico; el
cabello de prestigio rubio y abierto en las dos alas de la victoria y la mirada fija de general vencedor que sigue pensando
en la batalla de Guadalcanal.
Se dice que si hay algo que molesta más que a uno no le tomen en serio, es que le tomen demasiado en serio,
pero a esta mujer sólo cabe tomarla siempre demasiado en serio.
Imponente, firme como una dignataria y más altiva que un abderramán, ha nacido para ser absoluta, y lo demás
qué importa. Su poder proviene del cosmos y tiene la sustancia, la densidad y la energía de las distantes, desconocidas
e infinitas galaxias.
Está siempre en otra cosa, en otro lugar, en otro tiempo, pensando en cómo conquistar un imperio o en construir
el mayor de los zigurats, así que no puede atender los deseos y derechos de los simples mortales, siempre tan molestos
e insignificantes.
A caballo, así entra en todas las vidas, con el absoluto derecho de un emperador. Tiene un estilo divino, faraónico
y cruel de valorar las cosas, y la vida de los hombres no es importante para ella, qué mujer.
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