¿No se trata de la búsqueda, a veces muy dura y larguísima, que los habitantes
de la intemperie interminable no pueden eludir, la búsqueda de un amor
que sea —por fin— verdadero, de una verdad amorosa o, mejor, de una
persona que sea verdadera y a la que puedan amar?
ndalfonso
]]>Tal vez sólo una frase o una respuesta equivocada o inoportuna en la
réplica de alguno de los actores, que así desobedece al apuntador.
Un carraspeo o una tosecita de alguien del público en uno de los momentos
importantes de la obra.
Puedo imaginar al poeta insomne, desvelado, deseando con toda su alma
que la tos o la réplica equivocada sean el principio de algo, de eso que
lleva esperando desde hace tantos años: la primera —y aún tímida—
aparición de la verdad o, por lo menos, un error, un vacío en la mentira
absoluta.
ndalfonso
]]>Quizá lo más terrible sea precisamente ese acuerdo común de todos, sin
excepciones ni fisuras.
Queda implícito que el poeta, un personaje secundario, más bien un testigo
sin relevancia alguna, impotente, es el único que conoce el funcionamiento
inducido y mentiroso de la totalidad de la representación.
Aunque el poeta no lo diga, sino que sea sólo una conclusión posible,
se trata de un régimen infernal o, mejor, del régimen infernal más puro.
ndalfonso
]]>Es el actor secundario —y no el protagonista— de una perversa representación
donde todos —el público y los otros actores, ya no hay nadie más— mienten
al dejarse engañar.
Queda en el aire la pregunta más siniestra: ¿quién es el apuntador, por qué
miente? La segunda pregunta es más bien desconcertante: ¿por qué
todos, sin excepción, se dejan engañar por el apuntador?
ndalfonso
]]>