el danzarín de su órbita

Para Fernando R. de la Flor, por el hurto

Si no se acierta el tiro, nos es indiferente
quedar a dos centímetros del blanco,
que a kilómetro y medio.

Robert Lowell

Si la derrota hace falta cantarla

no está claro: quien canta reivindica,

dignifica, y tú dijiste

“rechaza

melancólicas bellezas de quien del todo

decide un día darse por vencido”.

“Y sí”,

te contesté,

“yo no querría

jardín ni paraíso perdidos, ni la noble

apostura de quien se queda fuera,

mirando entre las verjas”,

pero si al menos

resultara posible una tragedia breve,

transportable, un armazón que caiga,

un gesto que sin sacudirse mueva algo

pero sin alboroto, no sabría

si debo de moverme —y hacia dónde—

para erigirme en Ícaro:

si solo al que se mueve se le ofrece

bronceada caída —eso es lo malo—

pero transformación al cabo, un centro

otro, pero también doradas

alas durante un tiempo, qué destino,

¿el mar? ¿el chapoteo? ¿es un estrépito

sordo también alarde

inmerecido de olas y de espuma?

Y sí, y si lo fuera, si posible

la tragedia en silencio, el ademán sereno,

habría que dudar de los raíles,

adjudicarme a mí todo el paisaje,

entre lo que se aguanta en alto

y lo que emplaza huida, tal vez

ceñirme a la ciudad que habito,

girar, girar como una rueda que gira y no

desplaza nada y a

nada sirve de sustento: danzar

en torno al cuadrilátero amarillo con iguales

tres lados menos uno, el que se canda a veces,

el que constata que no hay quien pueda

triunfar ni sobre qué triunfar. Lo sabe el hielo.

Y así, perder los trenes —o no, tal vez se trate

de no querer cogerlos— como quien no pretende

en realidad nada esbelto de sus propios giros:

si el vuelo excede al ala

cabría oponerle al plomo,

al movimiento recto, al mar lejano,

un naufragio espiral, una deriva lenta,

una estación sin nadie,

y que sea la luz, el terco amanecer

quien tenga algo —siempre tiene— que decir

del blanco y de la aleve puntería.

 

Aníbal Núñez

El danzarín de su órbita

de Éxito aplazado, inédito

 

 


 

Leemos en la página de Pre-Textos, de donde procede el poema:

 

pre-textos.com/prensa/?p=1398

El último premio Emilio Prados, Andrés Catalán nos ha dejado en este “Cajón de Dante” un poema

del libro inédito Éxito aplazado, en el que se mezclan Ícaro y Aníbal Núñez, Robert Lowell y Fernado R. de la Flor,

algunos trenes y algunas alas. Del autor salmantino, nacido en 1983, podemos decir que vive en Madrid y que

es licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Salamanca, donde ultima su tesis doctoral sobre

relaciones entre imagen y poesía. Trabaja ocasionalmente como profesor de literatura para alumnos extranjeros.

Es autor de Composiciones de lugar (VI Premio de Poesía Joven Félix Grande; UP José Hierro, 2010) y,

junto al poeta ibicenco Ben Clark, de Mantener la cadena de frío (IV Premio de Poesía Joven RNE; Pre-Textos, 2012).

Ha traducido libros de poetas como James Merrill, Robert Hass, Stephen Dunn o Philip Levine.

Cajón de Dante, sección dominical con cadencia quincenal, es una galería de textos de diversos estilos, géneros y

tendencias, en que se mezclan de manera plural diferentes autores y temas. La finalidad es dar a conocer

trabajos literarios de autores Pre-Textos que por distintas razones todavía no han sido publicados y que reposan

en los cajones de los escritorios de sus autores o en los de la propia editorial.

 

 


 

 

 

 

 

 

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