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Informe meteorológico del poeta Virgilio
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Si cuando asoma la
luna nueva rodea
su disco una aureola
oscura significa
que se avecina un aguacero
para los labradores y marinos
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Y si vela su cara
un virginal sonrojo
seguro será el cierzo
(que siempre con su soplo se sonroja
la rubia Febe)
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y si
al cuarto día –y este
indicio es segurísimo–
va pura por el cielo
muy afiladas las astas
ese día y los siguientes
hasta el mes concluido
no habrá lluvia ni viento.
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El ruiseñor escoge los lugares
para su canto: trina
en los umbrosos olmos
engalana de música los fresnos
gime encelado en los espinos
ni engalana ni trina
en la ciudad ni gime:
sólo su silueta reconoce
de lejos coronada
de aire letal de fétida aureola
donde cantamos nuestras penas
sin ni siquiera elegir dónde.
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Ir al campo bebernos todo el campo
subirnos a las ramas
¡qué maravilla andarse por las ramas!
confundirnos las bocas con cerezas
oler a jara el cuerpo
merendar la cascada y chocolate
trenzarte una corona de juncos del arroyo
contar las veces que la piedra roza
con el agua aprender
botánica sin flexo
zoología sin matrícula
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Pero el señor rector y sus bedeles
nos tienen encerrados a la sombra
del Árbol de la Ciencia
y lo siguen regando
con tinta de tampón
¡Maldito frutal éste
que no da más que peros!
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Si tú supieras olmo
no crecería tu copa cada año
un palmo no abrirías
las ramas olmo que mi mano alcanza
casi desde el alféizar
no, seguro,
ibas a despertar a tus gorriones
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Pero no sabes y cobijas coches
que hay una línea recta en un estante
olmo superviviente
una línea de tinta y una cinta
un hacha servicial unas tijeras
sin estrenar y un día memorable.
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Aníbal Núñez
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Naturaleza no recuperable
Obra poética I
Hiperión, Madrid, 1995
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