recuerdo el frío del amanecer, los círculos de los insectos sobre las

tazas inmóviles, la posibilidad de un abismo lleno de luz bajo las

ventanas abiertas para la ventilación de la enfermedad, el olor triste

de la sosa cáustica.

Pájaros. Atraviesan lluvias y países en el error de los imanes y los

vientos, pájaros que volaban entre la ira y la luz.

Vuelven incomprensibles bajo leyes de vértigo y olvido.

No tengo miedo ni esperanza. Desde un hotel exterior al destino, veo

una playa negra y, lejanos, los grandes párpados de una ciudad cuyo

dolor no me concierne.

Vengo del metileno y el amor; tuve frío bajo los tubos de la muerte.

Ahora contemplo el mar. No tengo miedo ni esperanza.

Eres sabio y cobarde, estás herido en las mujeres húmedas, tu

pensamiento es sólo recuerdo de la ira.

Ves la rosas temibles.

Ah caminante, ah confusión de párpados.

Hay una hierba cuyo nombre no se sabe; así ha sido mi vida.

Vuelvo a casa atravesando el invierno: olvido y luz sobre las ropas

húmedas. Los espejos están vacíos y en los platos ciega la soledad.

Ah la pureza de los cuchillos abandonados.

Amé todas las pérdidas.

Aún retumba el ruiseñor en el jardín invisible.

.

 

 

 

 

Antonio Gamoneda

Aún

Del Libro del frío

Editorial Siruela

Madrid 2003

agamoneda 


 

 

 

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