susurro personal



Por alguna razón, al anochecer,

mi corazón late como una ametralladora.

El cardiólogo me ha dicho:

controle su vida emocional. Me pregunto

si no habrá allá dentro una verdad

que intenta abrirse paso. Vuelvo una mano al pecho

buscando una fe en la oscuridad

de mi mismo. La pulsación interna del yo

parece apresurarse

hacia una descomposición indescifrable.

El ritmo cardíaco es un tiempo

en estado impersonal. Esta es la única

certeza que encuentro. Los golpes sanguíneos

de un tambor cerrado sobre el vacío.

No hay noticias profundas sobre J.O.G.

sino este susurro fisiológico, el zumbido

que hoy fui dejando a mi paso

a través de calles, edificios y cuerpos cerrados.

Un rastro de baba que recorrió el mundo

y está de regreso a esta habitación.

 

 

 

 

 

 


Joaquín O. Giannuzzi


Susurro personal

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