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cuando nací había muchísimos higos
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No puede ser, me dirán, si era invierno y hacía frío.
Sin embargo fue así; estaban en todos los árboles,
aun los que no eran higueras, y en medio de las flores.
Oscuros, celestes o rosados; algunos desde el origen,
traían adherida una violeta o una mosca.
O en el punto central entresacaban una perla (nunca la dieron del todo).
O se desprendían girando como astros envueltos en anillos de colores,
hasta que casi exánimes tornaban al lugar.
Se sentía un aroma a almíbar y azucenas.
Yo, en medio de mi primer lloro, pues era a los pocos minutos de nacer,
dije a mi madre: Hay higos.
Y mi madre miró sonriendo a mi Rosa abuela, y le dijo: Mira lo que dice.
Y mi abuela se aproximó, demasiado, con los ojos bajos, la sonrisa fija,
y una tremenda corona de higos negros, gruesos y atormentados.
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Marosa di Giorgio
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Cuando nací había muchísimos higos
Los papeles salvajes
Edición definitiva de la obra poética reunida
Adriana Hidalgo Editora
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